Kicillof va en busca de la conducción del peronismo

El Gobernador comenzó a construir su músculo político con intendentes, sindicatos y movimientos sociales. La decisión avanza pero la reaparición de CFK fue un guiño a La Cámpora. Sin embargo, Kicillof confía en prevalecer.

Política 06/05/2024
NOTA 2 KICILLOF

En la semana posterior a la reaparición de Cristina Kirchner, en Quilmes, Axel Kicillof hizo la suya. La historia puede contarse con tres fotos. La primera: se mostró codo a codo con los dirigentes más enfrentados con Máximo Kirchner, como Andrés Larroque y Jorge Ferraresi. La segunda: se rodeó con intendentes peronistas con los que no se había podido fotografiar en el acto de la expresidenta. La tercera: después de encabezar una columna propia en la movilización de la CGT, mantuvo un encuentro cara a cara con los jefes de la central sindical, primera postal de un perfil en pleno desarrollo.

También puede resumirse en dos frases. Kicillof pronunció la primera en público el jueves pasado, en el acto por la designación del dirigente del Movimiento Evita Gildo Onorato al frente del Instituto Provincial de Asociativismo y Cooperativismo. “La unidad no tiene que ser una cuestión de cúpula, de dirigencia o de santas escribanías. Cuando se habla de unidad tiene que ser unidad en la acción, unidad en el trabajo, unidad política y unidad de objetivos”, dijo, en lo que muchos de los presentes leyeron una respuesta a Cristina Kirchner. La otra frase la dijo en privado, el lunes, en la reunión semanal con su mesa política: “Hay que armar músculo político, sin pedir perdón ni permiso, para construir una alternativa a Milei”.

Con sus ministros Larroque (Desarrollo de la Comunidad) y Carlos Bianco (Gobierno) como armadores principales, Kicillof multiplica los gestos de autonomía y acelera una construcción que lo tiene como jefe, con miras a un proyecto presidencial en 2027. 

Las recriminaciones públicas entre los dirigentes del espacio no tuvieron en los últimos días el voltaje de unas semanas atrás, cuando Larroque le declaró la guerra a los “ñatos del WhatsApp”, como bautizó a los colaboradores más cercanos de Máximo. La expresidenta mostró que casi nadie en el peronismo bonaerense desoye una convocatoria que la tiene como protagonista. En el corto plazo incluso las acciones confluyen: el gobernador retomó la agenda nacional y pidió a los senadores que voten en contra de la ley bases, en línea con el eje propuesto por Cristina, de apuntar todos los dardos contra el Presidente.

Conocidos desde hace casi treinta años, cuando compartieron la militancia juvenil porteña, Kicillof y Larroque consolidaron su relación a partir de 2015, durante la campaña para la gobernación. El Cuervo hoy integra la mesa política del gobernador, junto con los ministros Bianco, Walter Correa (Trabajo), Cristina Álvarez Rodríguez (jefa de asesores) y Gabriel Katopodis (Obras Públicas), el más moderado y reacio al conflicto; los intendentes Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Mario Secco (Ensenada), y la vicegobernadora, Verónica Magario. En el entorno de Kicillof también cuentan como propios a los intendentes Julio Alak (La Plata), Fernando Espinoza (La Matanza), Andrés Watson (Florencio Varela), Juan José Mussi (Berazategui), Fernando Moreira (San Martín) y Pablo Descalzo (Ituzaingó). La mayoría de ellos se mostró el miércoles con Kicillof en la marcha de la CGT.

También estuvieron Federico Achával (Pilar) y Mariano Cascallares (Almirante Brown), que integran un grupo de no alineados junto con Gastón Granados (Ezeiza). Mariel Fernández (Moreno), del Movimiento Evita, está cerca de Máximo Kirchner, como Federico Otermín (Lomas de Zamora), Gustavo Menéndez (Merlo) y los intendentes de La Cámpora, Mayra Mendoza (Quilmes) y Julián Álvarez (Lanús), como referentes principales. El mapa podría quedar más claro en un par de semanas, en un encuentro que organizan los leales a Kicillof, en la tercera sección electoral.

 

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