Kicillof impone la cancha, La Cámpora le baja el precio

La Provincia fue un vendaval peronista con Axel Kicillof como rostro de la gestión y el desdoblamiento como jugada maestra. Pero la foto del festejo duró poco: La Cámpora salió a “ordenar” el relato hacia Cristina Por otro lado, Massa pide silla y busca mantener su rol de contemporizador con “plan propio”.

11/09/2025
NOTA

Ganar y perder, el PJ también en modo patológico

 

El peronismo bonaerense volvió a su deporte favorito: ganar. Y, acto seguido, un hábito que, como vicio de viejo, es siempre para problemas: discutir ganando. Axel Kicillof combinó territorio, obra y desdoblamiento para blindar la Provincia del naufragio libertario y anudar votos en el conurbano y en caminos rurales que hace años no veían a un gobernador. El resultado fue una paliza a La Libertad Avanza que reordenó el mapa: el oficialismo provincial tomó la manija y el resto debió acomodarse porque la decisión de la campaña la tuvo el Gobernador.

Pero nada es lineal en la política argentina: la celebración duró lo que tardó La Cámpora en bajar el precio del triunfo a Axel y recentrar el crédito en Cristina. Desde Quilmes, Mayra Mendoza hizo escuela: posteos con CFK, dedicatorias que esquivan el nombre del gobernador y un lema que intenta encapsular la épica—“kirchnerismo más que nunca”—mientras el PJ bonaerense, presidido por Máximo, evitó mencionar a Kicillof en su comunicado. El mensaje fue quirúrgico: sí, ganamos; no, la conducción no cambia por un triunfo (mejor no discutir si es legítima o no).

 

El método Axel: gestión, interior y desdoblamiento

Kicillof sostuvo una ecuación simple y eficaz: gestión visible + presencia constante + desdoblamiento. La decisión de separar el calendario provincial de la elección nacional alivió el ruido y permitió que la boleta bonaerense hablara de caminos rurales, Banco Provincia, parques industriales, salud y educación sin quedar atrapada en la espuma nacional.

La novedad, que sorprendió incluso a dirigentes curtidos, fue el rendimiento en distritos históricamente refractarios al peronismo. Allí, la política de obra y cercanía pagó: cinco visitas por distrito, recorridas a sociedades rurales, discusiones mano a mano con tamberos y pymes. No hubo milagro: hubo músculo.

Andrés “Cuervo” Larroque, ministro de Desarrollo de la Comunidad y uno de los adalides más influyentes del armado de Axel, puso palabras a la escena sin eludir el desacuerdo interno: “El triunfo ordena pero no borra las diferencias. Se ganó porque hubo lista conjunta y trabajo de territorio; ahora es más sencillo encausar el debate”. Y agregó, sobre la llave del interior: “Presencia sostenida, caminos transitables y banca pública fueron el diferencial”.

Larroque no juega de comentarista: administra cercanía con los márgenes donde se decide la política real—comedores, clubes, sociedades de fomento—y, a la vez, dialoga con intendentes y organizaciones. Su lectura es la del peronismo de suelo: si el Estado aparece donde escasea el mercado, la conversación electoral cambia.

La pulseada del relato

La Cámpora movió rápido: recuperar el centro simbólico en torno a Cristina y dejar en claro que la unidad la sostuvo San José 1111. La gestualidad fue precisa: fotos con CFK, dedicatorias públicas, bajo perfil en el búnker y ausencia de Máximo en la escena principal. Se aplaude el resultado, se disputa la interpretación.

En paralelo, Sergio Massa mira la mesa chica. El Frente Renovador prepara congreso, planifica octubre y recuerda que su estructura territorial es decisiva para fiscalizar, movilizar y completar boletas en zonas mixtas. Traducción: sin nosotros, se complica el “último kilómetro”. Massa no cuestiona el liderazgo de Axel en la Provincia, pero pide ficha en la campaña nacional.

El peronismo sabe ganar, las peleas siempre existieron, pero no al punto de opacar el triunfo del espacio. La pregunta es si esa fricción potencia o frena. Por ahora, el dispositivo del gobernador avanza con lo suyo—obra, cercanía, economía real, enfrentamiento frontal a Mili—mientras el Cristinismo asegura que la autoría intelectual de la unidad no se negocia. El PJ bonaerense, fiel a su estilo, reparte elogios generales y deja bordeado al protagonista: agradece a intendentes y militancia; a Axel lo menciona en segunda línea.

De fondo, persiste la tensión conceptual: ¿la victoria fue “anti-Milei” o “pro-Axel”? Algunos camporistas lo dicen sin anestesia: “No se la crea, 2027 está lejos”. Es la forma más antigua de la rosca que es evitar coronaciones tempranas para que nadie confunda un gran triunfo con derecho automático a la conducción.

El tablero que queda es nítido. Kicillof consolidó liderazgo con método y resultados. La Cámpora defiende capital simbólico y marca límites—no por capricho, sino por instinto de supervivencia en la interna mayor. Massa pide asiento con plan y estructura. 

Mientras Milei juega al veto en serie y la economía real hace agua en el conurbano y el interior, el peronismo bonaerense tiene algo que mostrar: gestión que se ve. Ese es el capital que explica la victoria y que, bien administrado, puede proyectarse a octubre sin caer en la grieta casera. La política es también administración de egos: si el dispositivo que ganó logra sentar a todos en la misma mesa—sin humillar ni romantizar—la campaña que viene puede evitar el clásico autoboicot.

La ironía final es cantada: ganaron con un gobernador que hizo peronismo de manual—obra, banca pública, barro y pegarle a Milei—y con un desdoblamiento que apagó ruidos. Si el pospartido se convierte en concurso de autoría, el triunfo se vuelve prólogo. Si, en cambio, la rosca se usa para sumar y no serruchar, octubre puede consolidar lo que septiembre ya dijo.

Porque, al final, la Provincia habla en plural. Y cuando la plaza aplaude gestión, hasta la interna más porfiada entiende que la épica sin asfalto no junta votos. Kicillof lo leyó a tiempo; ahora el resto debe decidir si acompaña o se enamora del espejo. En política, como en el interior profundo, el que no recorre, pierde. Y el que gana y no ordena, también.

 

El “método Axel”: gestión medible, cinco visitas por distrito, obra rural y Banco Provincia como ancla de crédito y pagos; el desdoblamiento hizo el resto. Fue clave disputar directo con Milei.

Destacado 2: Larroque, llave del dispositivo social de Kicillof, lo sintetiza: “El triunfo ordena, no anestesia; ahora discutir es más fácil porque se ganó con territorio”.

 

 

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