Fiscalizar La Matanza, nuevo capítulo de la guerra interna libertaria

El domingo se juega la épica en televisión, pero el resultado se cocina en las aulas de una escuela de La Matanza. Ahí donde no llega el streaming ni la frase de moda, manda el puntero, la vianda y el sobre con nombre y apellido. La Libertad Avanza lo sabe: por eso la interna entre Santiago Caputo (el asesor que manda en el tablero digital) y Sebastián Pareja (el armador territorial que manda en el barro) explotó justo donde duele. 

El parte de situación es quirúrgico: el PRO se bajó del control de mesas en La Matanza —1.000 fiscales menos— tras denunciar malos manejos de fondos. Traducido: “si no suel­tan la caja, no cuenten con nosotros”. Del otro lado, Luis “El Negro” Ontiveros, diputado electo y hombre de Pareja en el distrito, no cedió territorio. Deslizó que se necesitan 4.000 fiscales y $300 millones para cubrir todo y blindó escuelas clave como Ramos Mejía. La respuesta amarilla fue un portazo aparente, ya ahí entró en escena Lalo Creus, veterano piquetero de la Corriente Clasista y Combativa, devenido PRO vía María Eugenia Vidal entre 2015 y 2019. Hoy es el puntero “de confianza” matancero que aporta 1.500 fiscales que anunció por X con bombos y platillos. Mismo mapa, nuevos trajes.

La Matanza, el espejo de la interna libertaria

El quiebre no es filosófico, es de control. Caputo construyó poder con “Las Fuerzas del Cielo”, un ecosistema de cuentas, operadores y vocerías que rinde en X y en TV; discípulo estrella de Durán Barba y rockstar de la Consultora Move Group que cuenta entre sus clientes simultáneos a peronistas del Conurbano, intendentes de la Cámpora, gobernadores del interior, referentes del Pro y por supuesto, el billete ganador con Javier Milei.  Mientras tanto, Sebastián Pareja levantó un andamio territorial que aporta concejales, legisladores y fiscales en la provincia fiel a su origen peronista territorial y arquitecto de la política con barro en las botas. 

Tras la derrota bonaerense de septiembre, la desconfianza se volvió regla. Pareja, conoce los pasillos y festejó su propio poroteo incluso en la noche amarga— empezó a vaciar actos, y dejó el mensaje: mi red vale más que cualquier trend. Del lado de Caputo, la orden fue exponer: su tropa digital fue por los punteros bonaerenses y la pelea escaló hasta al puto de que Pareja le dio una paliza a uno de los lugartenientes del Gordo Dan, Sebastián Glavinich, Alias “Traductor Te Ama”. Luego de la cara llena de dedos , “El Nene” Vera, caporegime de Pareja celebró los mamporros contra Glavinich al grito tuitero de “Puto vas a seguir cobrando”.  No hay tiempo para reparar en modismos políticamente correctos. 

En ese clima, Ontiveros se atrincheró en La Matanza: no soltó las zonas calientes, ni darle espacio a los punteros del PRO y además que la exuberante concejal electa Leila Gianni (ex La Cámpora, hoy libertaria) y Creus no intervinieran en nada.  

Como reacción: el PRO amenazó con retirarse de la fiscalización y una porción del operativo quedó descalza. La foto es surrealista pero verosímil para el conurbano: un maoísta piquetero mimado por María Eugenia Vidal (Creus) aparece como el hombre que puede salvarle la logística a los libertarios que desprecian a los piqueteros; una ex camporista (Gianni) disputa credenciales con Luis “El Negro” Ontiveros) y sobre exagera su discurso contra el barón del Conurbano, el intendente Fernando Espinoza, blanqueando la polarización en búsqueda del municipio. Por su parte, el estratega duránbarbista (Caputo) blande su guardia digital y sus vínculos internacionales que le dieron ascenso. Sin dejar de mencionar sus vínculos reales con el kirchnerismo especialmente con La Cámpora. Perón lo explicaba sin hashtags sobre los dirigentes y la realidad política: “no pueden vivir sin el queso”.

La caja, los fiscales y el partido invisible

Detrás de todo hay números. Fiscalizar La Matanza requiere 4.000 personas y $300 millones para viandas, movilidad y turnos extendidos. La plata no sobra y nadie quiere ceder la llave. Por eso Finocchiaro (jefe del PRO local) se plantó: denunció que la pasada elección “fue un colador”, que faltaron fiscales, que la guita no llegó y que ahora no prestan la marca para cubrir un operativo opaco.

¿Quién gana con el caos? Nadie. ¿Quién pierde? El que cuente mal. La política aprendió hace un siglo que sin fiscal no hay voto. Por eso Caputo necesitó abrir la mano a último momento y validar la entrada de Creus con 1.500 fiscales “del bien”. La paradoja es doble: Creus viene de la CCC y aún es mimado por Mariú; hoy es la garantía civil del voto libertario. Realpolitik sin rubor: la ideología se declama, la urna se cuida.

La Matanza, además, tiene valor pedagógico para el mileísmo: no alcanza con la cadena nacional de influencers ni con la épica de Occidente; los comicios se defienden con planillas, acreditaciones y punteros que conocen al portero por nombre. Ontiveros lo sabe y juega al límite; Caputo lo sabe y aprieta con visibilidad y cargos; Karina mide costos y evalúa correr a Pareja después del domingo. El armador, por las dudas, contabiliza su seguro: tres diputados nacionales, una docena larga de legisladores bonaerenses y centenares de concejales. “No nos pueden tocar”, filtró su mesa chica. Traducción: si patean la escalera, la escalera se cae.

Al final, la noche del domingo no la va a definir un hilo de X ni un video con fueguitos; la van a definir señoras con birome azul, pibes que firman telegramas, tipos que cargan cajas y coordinadores que saben a qué número llamar cuando falta una urna. Caputo podrá quedarse con el relato; Pareja, con la llave del colegio. El PRO, mientras tanto, cotiza su regreso según precio y zona. Lalo aporta músculo y se anota para mañana. Gianni empuja su base sin pedir perdón por su pasado. Ontiveros hace cuentas. Y La Matanza vuelve a enseñar lo de siempre: en la política argentina, el que fiscaliza reina. Lo demás es espuma. La Matanza recuerda la única métrica que importa: voto contado, voto que existe. Para eso se necesitan recursos humanos y plata.