Cascallares y Kicillof, sintonía fina y educación pública

Marcha Federal Universitaria

En la Marcha Federal Universitaria, donde la consigna era clara —defender lo poco que queda en pie frente a la tijera nacional—, Mariano Cascallares no se escondió en segunda fila. El intendente de Almirante Brown caminó al lado de Axel Kicillof y mandó un mensaje de manual: “Necesitamos más Universidad y mucha más Educación Pública inclusiva y de calidad porque esa es la mejor herramienta para construir un futuro mejor para toda nuestra gente”.

Lo dijo con tono de intendente, pero con proyección provincial. No es casual: Brown es hoy una vidriera donde la política se juega con ladrillos y pupitres. Cascallares presume de haber levantado 54 escuelas nuevas y de tener a la Universidad Nacional Guillermo Brown como emblema propio. 

“El 80% de nuestros graduados son primera generación universitaria y el 70% son vecinos de Brown”, detalló con el orgullo del que sabe que esa estadística vale más que mil slogans. 

Sintonía política: Axel y Mariano

La foto de Cascallares marchando junto a Kicillof y Andrés Watson (Florencio Varela) tiene su lectura: unidad territorial en el conurbano sur. 

El gobernador, que viene de celebrar su triunfo electoral, eligió la educación como eje de resistencia frente a Milei. Y Cascallares, que gobierna un distrito donde la UNaB ya tiene 5 mil estudiantes y más de 500 graduados, se subió al mismo tren. Literalmente: ya está en marcha la construcción de una estación ferroviaria dentro del predio universitario.

El intendente se muestra fuerte y marca perfil propio al mostrar resultados concretos. No habla solo de aulas, sino de empleo: con el Programa de Inserción Laboral, 7 de cada 10 estudiantes que entran en pasantías quedan efectivos en empresas del Parque Industrial de Burzaco. El mensaje a la industria es simple: Brown no solo forma pibes, forma trabajadores calificados.

El valor de la marcha

En la calle, Cascallares saludó a docentes, médicos del Garrahan y estudiantes. La rosca universitaria suele parecer lejano, pero él la aterrizó con números y obras. Más aulas, más cursos, más inserción laboral. Frente a un Milei que se recuesta en la motosierra fiscal, el intendente de Brown eligió poner en escena ladrillos, estaciones de tren y programas de empleo.

Kicillof, a su lado, se llevó la foto de un conurbano alineado. Y Cascallares, la confirmación de que su discurso sobre educación pega, porque conecta con un electorado que no se come el ajuste y necesita horizonte.

La Marcha Federal Universitaria fue más que una postal estudiantil. Fue un escenario donde Cascallares reafirmó que su capital político se mide en aulas, edificios y pasantías convertidas en trabajo real. Y donde Kicillof mostró que su resistencia al ajuste nacional tiene socios de peso en el territorio.

En tiempos donde la tijera parece la única herramienta de gobierno, la apuesta browniana suena casi subversiva: construir futuro con universidades, no con excusas.