Prohibición: trapitos de Quilmes en pie de guerra con el Municipio

Incidentes, quema de neumáticos y negocio millonario

Trapitos de Quilmes se movilizaron ante la inminente prohibición de su actividad.

La movilización se realizó frente al palacio municipal en rechazo a una ordenanza que impulsa la privatización del estacionamiento medido. La protesta incluyó quema de neumáticos, bombas de estruendo y bloqueo del ingreso al edificio municipal.

Cuidacoches del municipio de Quilmes se movilizaron ante el avance de una ordenanza que propone la implementación y privatización del sistema de estacionamiento medido, una medida que, según denuncian, implicaría la prohibición de su actividad y la pérdida de sus fuentes de trabajo. La protesta se desarrolló frente al edificio de la Municipalidad de Quilmes y derivó en un escenario de caos y desorden.

Durante la manifestación se registraron graves incidentes: los manifestantes prendieron incendiaron neumáticos, detonaron bombas de estruendo y bloquearon los accesos al edificio, impidiendo el ingreso de vecinos y vecinas que se acercaban a realizar trámites. La situación generó momentos de tensión y obligó a interrumpir el normal funcionamiento del sector. 

La convocatoria se dio en el marco del tratamiento de una ordenanza que prevé concesionar al sector privado el sistema de estacionamiento medido en el centro de Quilmes, Bernal y parte de Quilmes Oeste, junto con otros servicios vinculados al tránsito, como foto multas, balanzas y distintos dispositivos de control.

Desde el sector expresaron su rechazo a una iniciativa que consideran orientada a beneficiar a una empresa privada, sin generar empleo local y apropiándose de un tributo que recaería sobre vecinos y vecinas en un contexto económico crítico, sin que esos recursos se traduzcan

en inversión pública para la comunidad. 

En un comunicado difundido durante la protesta, un trabajador cuidacoche, sostuvo: “Desde hace más de cinco años venimos proponiendo un Sistema de Estacionamiento Medido con Inclusión Social, como política pública que permitiría generar trabajo con derechos, ordenar el uso del espacio público y mejorar el tránsito y la circulación, además de destinar lo recaudado a la inversión pública, en particular al fortalecimiento del sistema de salud municipal y del Hospital Municipal”.

Asimismo, los cuidacoches organizados denunciaron que no fueron incluidos ni consultados en el proceso de elaboración de la ordenanza y que se enteraron de su contenido a través de los medios locales. 

En ese sentido, advirtieron que se trata de un proyecto cerrado, sin instancias de debate público.

Por último, reclamaron a las y los concejales que no acompañen la aprobación de la iniciativa, convocaron a organizaciones sindicales, sociales y políticas a pronunciarse en defensa de los servicios públicos y llamaron a vecinos y vecinas a rechazar un modelo de gestión que —según sostienen— transfiere recursos públicos al sector privado.

“Trabajar en la calle no es delito”, expresaron durante la jornada, en una protesta que dejó expuesta la fuerte tensión social en torno al debate por el estacionamiento medido en Quilmes.

Cuánto dinero mueve la actividad de los trapitos en Quilmes

Según estimaciones realizadas en base a valores que los propios vecinos reconocen pagar, cada trapito cobra entre $1.000 y $2.000 por vehículo estacionado en el centro quilmeño.

De acuerdo a relevamientos en la zona céntrica de la ciudad, cada cuidacoches “cuida” alrededor de 20 autos por hora, especialmente en sectores de alta rotación como Plaza Conesa y calles comerciales.

Esto implica una recaudación estimada de entre $20.000 y $40.000 por hora. Si se toma como referencia una jornada de trabajo de 6 horas, un solo trapito puede obtener entre $120.000 y $240.000 diarios, sin ningún tipo de habilitación, control ni tributación.

A este monto se suma el lavado ilegal de autos, una práctica habitual en algunas cuadras del centro, por la cual cobran alrededor de $6.000 por vehículo, también sin autorización ni condiciones mínimas de seguridad o higiene.

De este modo, la recaudación mensual estimada de un trapito puede superar ampliamente los cuatro millones de pesos, lo que permite dimensionar el fuerte interés por sostener una actividad basada en la ocupación irregular del espacio público.

Un conflicto que quedó expuesto

El plan municipal incluye, además del estacionamiento medido, fotomultas por infracciones y controles sobre el tránsito pesado, entre otras medidas que apuntan a ordenar una ciudad que durante años convivió con prácticas informales naturalizadas por la falta de control.

Durante años, esta situación fue posible por la tolerancia estatal, la ausencia de sanciones y la falta de controles efectivos. El resultado fue un sistema paralelo en el que el vecino terminó pagando dos veces: impuestos municipales y un “peaje” informal para poder estacionar.

El reordenamiento del tránsito no crea el conflicto, sino que lo deja al descubierto. No está en discusión el derecho al trabajo, sino el límite entre la subsistencia y la apropiación ilegal del espacio público.

Como ya ocurrió en otros distritos, como por ejemplo Berazategui, Lanús o Avellaneda, la nueva normativa que debatirá el Concejo Deliberante en las próximas horas apunta a recuperar la calle como lo que es: un bien de todos.