Bondarenko se animó a la autocrítica y el “Gordo Dan” lo quemó

Maximiliano Bondarenko creyó que podía tomarle la palabra al Presidente. Milei había dicho en su discurso de derrota que había que reconocer “errores políticos”. Y el ex policía de Florencio Varela, que acaba de entrar a la Legislatura bonaerense, pensó que eso también aplicaba a él. Lo hizo: habló de jubilaciones que no alcanzan, de ingresos que no llegan a fin de mes, y de la necesidad de “abrir los ojos”. En la Tercera Sección, territorio de urnas duras y peronismo histórico, su sinceridad fue dinamita.

“Mi mamá tiene 91 años, es jubilada, y no llega a fin de mes. El día 15 para ella es fin de mes. Todo tiene que ver”, confesó en una entrevista radial, con tono más de vecino que de político. También reconoció que no podía hablar de economía porque “soy policía”, pero igual dejó flotando la idea central: el ajuste dolió. Y los votos, con un 28% frente al 53% de Verónica Magario, lo confirmaron con contundencia.

Fuego amigo: El Gordo Dan lo dstruyó

La jugada podría haber quedado en un gesto humano, pero en La Libertad Avanza la empatía no cotiza. Al contrario, fue visto como un pecado capital. El primero en salir con los tapones de punta fue Daniel “Gordo Dan” Parisini, militante, influencer y ariete digital del mileísmo. En redes lo acusó de “no creer en el Presidente” y de ser la consecuencia de “poner candidatos que no conocen la mística libertaria”. Traducción: Bondarenko rompió el pacto de silencio y se convirtió en chivo expiatorio.

El misil no quedó ahí. Parisini aprovechó para embarrar al armador provincial Sebastián Pareja, responsable de haberlo llevado en la boleta. Lo responsabilizó por meter en la lista a figuras “débiles” frente a la política tradicional. Como si no alcanzara con el resultado electoral, el libertarismo bonaerense mostró en público lo que en privado es guerra de egos: una interna salvaje.

El episodio deja al desnudo el cortocircuito de Milei en la Tercera. Eligieron como candidato a un policía retirado, pensando que la bandera de la seguridad podía arrastrar votos en una zona golpeada por el delito. Pero en un distrito donde el peronismo maneja aparato y territorio, Bondarenko terminó carneado por la ola de Axel Kicillof y el despliegue de Fuerza Patria. Y cuando intentó levantar la mano para advertir que el ajuste había sido parte del problema, su propio espacio lo empujó al fuego.

Bondarenko habló de escuchar al “ciudadano que tiene la batuta”, pero en su propio partido lo trataron de desafinado. En lugar de abrir debate, lo dejaron colgado del pincel mientras Parisini lo acusaba de traición. Y no es un dato menor: el “Gordo Dan” ya tiene antecedentes de polémicas repugnantes, como aquella vez que atacó a Luis Juez metiéndose con la discapacidad de su hija. Es, en los hechos, un Herminio Iglesias versión Twitch: cada vez que aparece, quema un cajón.

La interna libertaria bonaerense es tan caótica que la derrota electoral pasó a segundo plano. Ahora la pregunta es quién paga los platos rotos: ¿Bondarenko, por hablar de más? ¿Pareja, por armar mal las listas? ¿Milei, por abrir la puerta a la autocrítica sin calcular que algunos iban a tomárselo en serio? o ¿Sostener a una caterva de impresentables como el Gordo Dan haciendo de vocero sui generis?