Laguna de Rocha: biodiversidad, historia y luchas

Con más de 1.400 hectáreas, la Laguna de Rocha es uno de los humedales más importantes del AMBA. Allí conviven más de 130 especies de aves, anfibios y mamíferos, junto a relatos de batallas, dictadura y resistencias populares.

Región01/10/2025
NOTA 2

Territorios de Zona Sur

Los pastizales altos, los juncos y la humedad marcan el pulso de la Laguna de Rocha, un humedal de 1.400 hectáreas ubicado en el partido de Esteban Echeverría. Forma parte de la Cuenca Matanza-Riachuelo y es, a la vez, refugio natural e histórico. Allí habitan más de 130 especies de aves —casi un tercio de las que se registran en el país— además de anfibios, mamíferos e insectos. Pero también es un territorio cargado de memoria: escenario de batallas, refugio en momentos de violencia política y lugar atravesado por la dictadura.

“Esta es la despedida de mis zapatillas”, bromea Sebastián Gorosito, técnico en Ecología y docente, mientras avanza entre los pastizales sin botas. A su lado, Alan Muñoz, también del colectivo Unidxs por la Laguna de Rocha, guía la caminata con paciencia. No hay senderos ni baños, la reserva no está preparada para visitas masivas, pero cada paso abre la mirada a un paisaje único.

Las aves son las protagonistas más visibles, aunque también hay zorros, anfibios y hasta tortugas cuello de serpiente. “Los lugares como estos están buenos, porque si enseñás biología en la escuela no hace falta hablar de la sabana africana: acá ya tenés un montón de cosas”, explica Gorosito. Durante la pandemia, recuerdan, los animales se animaron a ocupar espacios donde antes no se los veía.

 

Entre aviones, mitos y memorias

El humedal convive con el aeropuerto internacional de Ezeiza, que está a pocos kilómetros. “El ruido de los vuelos ya no afecta a los animales, porque se adaptaron. Saben que cada 20 minutos se escuchará un avión”, detalla Gorosito.

Pero Rocha no es solo biodiversidad. Su suelo guarda historias de enfrentamientos y resistencias. En 1536 allí se libró la Batalla de Corpus Christi, donde los querandíes derrotaron al ejército español. Siglos más tarde, durante la Masacre de Ezeiza en 1973, muchos corrieron hacia la laguna para refugiarse. Y en la última dictadura cívico-militar, funcionaron en el predio dos ex Centros Clandestinos de Detención y Tortura.

Muñoz lo recuerda con crudeza: “Una mujer que vino desde Capital, cuando caminó la reserva, reconoció los sonidos del lugar. Ella sabía que nunca había estado acá, pero sentía lo mismo que cuando estuvo secuestrada”. En “La 205”, como se conoce a uno de esos sitios, hoy funciona una dependencia policial. Allí también nació un nieto recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo.

Desde el barro, fuerza para crecer

En la zona de totoras, las plantas llegan a medir hasta dos metros. Universidades han investigado por qué crecen tanto allí. El barro, denso y con olor fuerte, permanece estancado. “Es barro que nunca llegó a ser tierra”, dicen los guías.

La laguna, que antes era un solo espejo de agua, hoy se fragmenta en cuatro. La construcción de caminos y emprendimientos inmobiliarios sobre el humedal fue modificando su forma. “El lugar no está pensado para que la gente lo recorra, pero sin esta reserva habría peor calidad de aire. Esto es un pulmón verde gigante”, enfatiza Gorosito, mientras muestra con sus manos la inmensidad del paisaje.

Caminar la Laguna de Rocha es encontrarse con un territorio que combina vida silvestre y memoria colectiva. Un espacio donde vuelan aves y, al mismo tiempo, resuenan historias de resistencia y dolor. En palabras de Muñoz: “La idea es que la mayor cantidad de personas esté tentada en venir y conocer el lugar”. Único. 

 

Con información de Agencia AUNO. Foto: Juan Ledesma.

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