FMI alerta: el Tesoro llega a fin de año con solo US$3500 millones

Los técnicos del FMI se reunieron con las cerealeras y salieron espantados: apenas quedan 3.500 millones de dólares de liquidación hasta fin de año. Temen que el Banco Central llegue vacío a diciembre y que Milei no resista.

Actualidad01/10/2025
NOTA

Reuniones de “inteligencia estratégica”

 

El mercado ya lo había olido: la pax cambiaria era humo. Pero esta vez fue el propio Fondo Monetario Internacional el que encendió la sirena. Técnicos del organismo se reunieron con dirigentes del agro y con operadores de las bolsas de cereales de Rosario y Buenos Aires. Querían la cifra más cruda: cuántos dólares quedan para liquidar de aquí a diciembre. 

 

La respuesta fue un baldazo de agua fría. Apenas entre 3.000 y 3.500 millones de dólares. Esa es la munición que le queda al Banco Central para enfrentar una corrida que no da tregua.

 

La imagen es clara: un gobierno que ya usó el as bajo la manga —retenciones cero para acelerar exportaciones— y un campo que adelantó todo lo que podía vender. El saldo neto es ínfimo comparado con la magnitud de la fuga. Los técnicos del FMI abrieron grandes los ojos. Porque saben que con esa cifra el margen es nulo: o el Gobierno devalúa, o lo devalúa el mercado.

 

Max Allier, el nuevo jefe de la oficina del Fondo en Buenos Aires, encabezó las reuniones. Un hombre que viene de Sudáfrica y que antes manejó la cartera ucraniana en medio de la guerra. 

 

Ahora, en el “país lateral” que es Argentina, escucha que el Gobierno tiene menos de un mes de aire y que la elección de octubre puede acelerar el derrumbe. No hay escenario optimista en sus proyecciones privadas.

 

FMI en modo inteligencia política

 

El Fondo no solo preguntó por dólares. También quiso saber qué piensa el campo de Milei, si lo votaría en las legislativas. Los escucharon irritados, descreídos del plan económico libertario. El contraste es brutal: mientras en público el organismo respalda al Gobierno, en privado ya anticipa derrota en las urnas y presiona para una corrección cambiaria inmediata. 

 

Lo mismo pasa con Washington. Trump sonríe en las fotos y habla de “apoyo incondicional”, pero en los pasillos pide lo mismo que los técnicos: devaluación y acuerdos políticos para evitar que el Gobierno caiga.

 

La herida es doble: por un lado, la corrida cambiaria que no cede. Por el otro, la sospecha de que el salvataje norteamericano nunca llegará. La visita de Milei a la Casa Blanca para el 14 de octubre genera expectativa en el Gobierno, pero los interlocutores del FMI no dieron señales de que vaya a efectivizarse un giro. Con el shutdown en EE.UU. y las críticas de propios y ajenos a Trump por destinar recursos a la Argentina, las chances de que aparezca dinero fresco son mínimas.

 

En este marco, la única narrativa que le queda a Milei es la de resistir con “inflación contenida”.

 

La inflación se desacelera, sí, pero a fuerza de recesión y de cepo financiero. La calle lo siente: menos consumo, salarios licuados, crédito inexistente. La contención es artificial. Sin dólares en el Central y con vencimientos de deuda que superan los 500 millones en noviembre, la continuidad del programa libertario se sostiene con alfileres.

 

En la city lo dicen sin rodeos: “show me the money”. No hay confianza sin billetes. Y los cálculos son brutales: para dolarizar, como susurra el oficialismo, harían falta entre 40 y 50 mil millones de dólares. Una cifra astronómica que ni siquiera el más fanático del trumpismo se atreve a prometer.

 

El Fondo lo sabe y lo transmite entre líneas: si no hay rescate externo, el Gobierno está obligado a corregir el tipo de cambio. Antes o después de las elecciones. Lo que se define es quién paga el costo político.

 

 

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