Preocupa brote activo de sarampión en el GBA SUR

Con 35 casos confirmados y un brote activo en Berazategui, Florencio Varela, Quilmes y Almirante Brown, la reaparición del sarampión expone la caída de la cobertura de vacunación infantil y el retroceso sanitario que implican las falsas creencias y el vaciamiento de las políticas públicas.

Región07/07/2025
NOTA 1

Por Vanina Sosa

 

Una nena de 4 años, vecina de Berazategui, sin una sola dosis de la vacuna triple viral, con fiebre y erupciones en la piel, confirmó lo que las autoridades sanitarias ya temían: el sarampión volvió a circular en el sur del conurbano bonaerense. No es un caso aislado. Es parte de un brote que ya lleva al menos 35 contagios confirmados y que compromete especialmente a distritos como Florencio Varela, Quilmes, Almirante Brown y Lanús.

El dato enciende todas las alarmas porque el sarampión no es un resfrío. Es una enfermedad viral grave, altamente contagiosa, que puede causar neumonía, encefalitis, ceguera y hasta la muerte, sobre todo en niños menores de cinco años y personas con defensas bajas. En los países con sistemas de vacunación robustos, esta enfermedad estaba virtualmente erradicada. Pero cuando la cobertura de inmunización cae por debajo del 95%, el virus encuentra una rendija y vuelve a propagarse.

Durante los últimos años, la Argentina ha vivido un retroceso silencioso pero profundo en sus tasas de vacunación. La gestión de Macri, la pandemia con Alberto y el avance de discursos antivacunas después, abrieron grietas en la confianza pública. Pero el golpe letal lo dieron las gestiones nacionales que eligieron recortar presupuestos, discontinuar programas como el Remediar, desfinanciar la producción local de vacunas, y desatender la logística de las campañas.

Lo que está pasando ahora no es otra cosa que el resultado de ese desmantelamiento. Y pega especialmente en los barrios donde las condiciones materiales dificultan el acceso regular a los centros de salud. Porque no vacunar no es una decisión "personal" cuando se trata de enfermedades transmisibles: es una elección que puede enfermar a otros.

El Ministerio de Salud bonaerense lanzó una campaña de vacunación focalizada en niños y niñas de entre 6 meses y 4 años en todo el AMBA. El objetivo es interrumpir la cadena de transmisión antes de que el brote se vuelva incontrolable. Pero lo cierto es que llegan tarde. Y llegan solos: la nación, que debería liderar estas estrategias, se muestra desinteresada o abiertamente hostil hacia las vacunas.

La falta de inversión nacional en prevención no es nueva. Ya durante el gobierno de Mauricio Macri se registraron caídas en la cobertura de vacunación. Pero con la gestión de Javier Milei, la situación se agravó. El discurso libertario que promueve la "libertad" de vacunarse o no, unido al ajuste brutal en salud, vació de contenido el Calendario Nacional de Vacunación. Faltan dosis, faltan recursos humanos, y sobre todo, falta una decisión política de cuidar a los más chicos.

Las Abuelas de la salita de Temperley, los promotores comunitarios de Solano, las pediatras del hospital de Wilde, las vacunadoras del CIC de Claypole lo ven todos los días: hay más niños sin vacunas. A veces porque las familias descreen. Pero muchas veces porque la vida no da más margen: no hay plata para el colectivo, no hay turnos, no hay quien se quede con los otros hijos. Las enfermeras hacen malabares. Organizan jornadas especiales, salen a vacunar casa por casa. Pero sin una red fuerte desde arriba, no alcanza.

Mientras tanto, las cifras siguen creciendo. El virus ya circula libremente. La edad de los afectados va desde los 9 meses hasta los 37 años, con predominio en varones. No se trata solo de niños: cualquiera que no haya completado el esquema está en riesgo. Y la velocidad con que el sarampión se transmite vuelve urgente lo que ya debería haberse hecho hace meses.

El sur del conurbano no puede ser la zona de sacrificio de ninguna política sanitaria. En las calles de Berazategui, en las salas de espera de Quilmes, en los pasillos del hospital Mi Pueblo de Varela, están los chicos que no pueden esperar. La salud es un derecho. Y las vacunas, una responsabilidad colectiva.

El sarampión vuelve donde nunca debió volver. Pero si aprendemos la lección, si recuperamos el valor de lo público, si volvemos a confiar en la ciencia y dejamos de empobrecer la prevención, todavía podemos cerrarle la puerta. Porque ningún niño debería enfermar por causas evitables. Y ninguna sociedad que lo permita puede decirse sana.

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