Justicia en Lomas de Zamora: pidieron 4 años de prisión por la muerte de Bautista

Un juicio abreviado cerró con una pena leve para el policía que atropelló y mató al niño Bautista Yedro en Villa Fiorito. La causa visibiliza la violencia institucional que persiste en el conurbano.

Policiales09/07/2025
NOTA 1

El caso conmovió a Villa Fiorito. Una patrulla embistió a una moto con tres chicos. Otro patrullero, que daba marcha atrás, mató a Bautista Yedro, de 9 años. La Justicia ahora avanza en un juicio abreviado que deja gusto a poco: pidieron solo cuatro años de prisión para uno de los responsables.

El 5 de noviembre de 2023, Bautista Yedro volvía a su casa con sus hermanos y primos en moto, en Villa Fiorito, Lomas de Zamora. Era apenas un nene de 9 años. Ese domingo cualquiera terminó en tragedia: una patrulla de la Comisaría 7ma. de Villa Centenario impactó por detrás al vehículo en el que viajaban los chicos. Pero la escena no terminó ahí.

Mientras vecinos se acercaban para socorrer a los heridos, otro patrullero, conducido por el oficial Santiago Silva, maniobró en reversa para escapar del lugar. Según la versión oficial, los efectivos temían ser agredidos por los vecinos. En esa maniobra, Silva atropelló a Bautista, que ya se encontraba tendido en la calle. Murió en el lugar, sin que los intentos de ayuda pudieran hacer nada.

Esta semana, en una instancia de juicio abreviado, el fiscal Marcelo Domínguez pidió cuatro años de prisión para Silva, acusado de homicidio culposo calificado, y dos años de prisión condicional para Jonathan Arancibia Tejerina, conductor del primer móvil que inició la cadena de imprudencias. Ambos seguirán inhabilitados para conducir vehículos oficiales por un plazo de cuatro años.

El desenlace judicial no sorprende, pero hiere. Una vida apagada por negligencia estatal, por maniobras policiales que se ejecutan con impunidad, y una pena que no refleja ni el dolor de la familia ni el mensaje que debería enviarse en estos casos. Para muchos en el barrio, no fue un accidente: fue una consecuencia lógica de un modo de operar.

El fiscal fue claro: las maniobras que realizaron ambos policías pusieron en riesgo a toda la comunidad y podrían haber terminado con más muertos. Pero la figura elegida fue la del “homicidio culposo”, como si la tragedia hubiese sido apenas un error aislado, sin contexto, sin historia, sin patrón. No se contempló dolo eventual, no se habló de violencia institucional, no se juzgó a la policía como cuerpo.

Porque en barrios como Villa Fiorito, la policía no es solo presencia: es miedo, es rutina, es un poder paralelo que se mueve sin control ni rendición de cuentas. Lo que sucedió con Bautista no fue una rareza. Fue un espejo roto de lo que pasa todos los días y que rara vez llega a los titulares o a una sala de audiencias.

La familia Yedro todavía espera una justicia más justa. Mientras tanto, en el expediente, la vida de Bautista vale cuatro años. Y en la calle, la sensación de que hay tragedias que, por más que pasen, nunca terminan de doler del todo porque se parecen demasiado a lo que ya conocemos.

 

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