Milei ataca a los bancos y dinamitá relación con China

En medio del deterioro económico y político, el Gobierno de Javier Milei eligió sumar a la banca como nuevo enemigo. Los ataques contra el ICBC, el mayor banco del mundo y principal acreedor chino en Argentina, exponen una fragilidad peligrosa: la sola ejecución del swap podría pulverizar la economía local.

Política03/09/2025
NOTA

El frente financiero de Milei

 

El Gobierno de Javier Milei viene acumulando enemigos: legisladores que le traban leyes, gobernadores que le exigen fondos, sindicatos que resisten el ajuste y, ahora, el sistema bancario. 

 

La última chispa la encendió el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, que acusó públicamente a un banco “de origen chino” de presionar sobre la cotización del dólar. No se trataba de un actor menor: era el ICBC, el banco más grande de China y, por capitalización, el mayor del planeta.

 

El señalamiento fue más que inoportuno. No solo porque Argentina depende de manera crítica del swap con Beijing —una línea de más de 18.000 millones de dólares que sostiene las reservas y el tipo de cambio— sino porque el propio Tesoro llevaba días interviniendo en silencio con ventas de divisas. 

 

Cuando Quirno salió en televisión a culpar a la entidad por haber operado 30 millones en un mercado ilíquido, quedó expuesta la contradicción: el Gobierno denunciaba maniobras mientras utilizaba los pocos dólares disponibles para evitar una corrida.

 

El trasfondo es más delicado. En un contexto donde las reservas líquidas apenas superan los 17.000 millones (contando DEG), cualquier roce con China puede tener consecuencias devastadoras. El swap no es un préstamo blando: si Beijing decidiera ejecutarlo, la cancelación sería al contado. Un golpe letal que dejaría en evidencia la fragilidad total del esquema cambiario de Milei.

 

La trampa de la pureza ideológica

 

El Gobierno había logrado, durante algunos meses, mostrar cierta estabilidad cambiaria gracias a las LEFI, títulos semanales que funcionaban como aspiradora de pesos sin emisión del BCRA. Pero en su afán por demostrar que la inflación se combate solo con base monetaria, Milei eliminó ese instrumento. El resultado fue un tsunami de liquidez: 10 billones de pesos extra que presionaron sobre el dólar y obligaron a improvisar con pases y licitaciones.

 

El problema se agravó con la decisión de subir encajes bancarios, limitando la capacidad de las entidades para administrar su liquidez. En ese escenario, culpar a los bancos por cubrirse es casi un chiste. Las propias regulaciones empujaron a las entidades a recomprar dólares el primer día hábil del mes. La city lo interpretó como lo que fue: un tiro en el pie.

Los operadores lo dijeron sin vueltas: el Tesoro vendió más de 100 millones de dólares en un solo día, y al ritmo actual sus depósitos en moneda extranjera podrían agotarse en semanas. 

 

La estrategia electoral de sostener un dólar barato con ventas discretas se transformó en un búmeran. Porque ahora no solo peligra la estabilidad cambiaria: también el vínculo diplomático con el único socio capaz de sostener reservas.

 

La ironía es que Milei, que en campaña prometía dinamitar la “casta” y terminar con la usura, ahora necesita de esa misma banca internacional para sobrevivir. Y eligió atacar al peor objetivo posible: el ICBC, que no es un banquito más de la city porteña sino la representación directa de un Estado al que Argentina le debe no solo dólares, sino acceso a su respirador externo.

 

En el tablero económico, la jugada de Milei y Quirno no es solo torpe: es peligrosa. Porque no se trata de un rifirrafe menor con la city porteña. Se trata de tensar la cuerda con la segunda potencia mundial mientras se carece de un plan de acumulación de reservas y se sostiene el tipo de cambio con intervenciones encubiertas.

 

El Gobierno convirtió al ICBC en enemigo coyuntural para explicar una suba de 40 pesos en la cotización. Pero lo que realmente hizo fue poner sobre la mesa la dependencia absoluta de Argentina respecto de China. Si ese vínculo se resquebraja, no habrá “pases”, ni tasas al 100%, ni encajes que sirvan. Quedará al descubierto la precariedad de un plan económico que, en su dogmatismo, se quedó sin aliados.

 

En tiempos electorales, Milei prefirió señalar al mayor banco del mundo como culpable de sus propias inconsistencias. Un gesto ideológico que puede costar mucho más caro que una corrida: puede significar que la soga que hoy sostiene a la Argentina la corte, sin aviso, el mismo Estado que hasta ahora había decidido prestarle aire.}}}

 

La acusación contra el ICBC expuso la fragilidad del esquema cambiario: el swap con China es la última línea de defensa de las reservas.

 

 

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