Sin rescate “vivo” de Trump, Milei con devaluación inevitable

La ilusión del salvataje norteamericano duró apenas unos días. El shutdown en Estados Unidos frenó el paquete de ayuda y dejó al Presidente sin respaldo externo. Con un Banco Central exhausto y un mercado que descuenta corrección cambiaria, la pax cambiaria se evaporó.

Política01/10/2025
NOTA

El Mercado se cubre

 

La economía argentina vive de promesas que se agotan más rápido que un comunicado oficial. La semana pasada, el Gobierno intentó instalar la idea de que el salvataje de Donald Trump sería la llave para contener al dólar. 

 

Hablaron de swaps, compras de bonos y préstamos directos del Tesoro norteamericano. La foto de Milei viajando a Washington a la Casa Blanca parecía cerrar la escena. Pero la realidad se encargó de reventar la ilusión: el shutdown dejó a Trump sin presupuesto y a Milei sin el único relato de estabilidad que le quedaba.

 

El mercado no esperó confirmaciones. Ignoró olímpicamente la bilateral y siguió su instinto: dólar oficial en $1.450, contado con liquidación arriba de $1.570, bonos en rojo y riesgo país en alza. La lectura fue clara: sin dólares frescos, no hay foto ni promesa que valga.

 

Intervención sin aire

 

El Banco Central, por cuenta y orden del Tesoro, quemó entre 300 y 450 millones en una sola rueda para frenar la suba. Fue inútil: el dólar mayorista cerró en $1.425 y el minorista en $1.450 en el Nación, con picos de $1.470 en bancos privados. La brecha con los financieros quedó cerca del 10%.

 

Los dólares de la soja, liquidados con retenciones cero durante tres días, sumaron casi 6.000 millones en septiembre. Pero el Gobierno apenas pudo quedarse con 2.000 millones netos. 

 

El resto se evaporó en la demanda privada y en maniobras de cobertura. El último día de la liquidación quedó al desnudo: el Tesoro tuvo que vender en vez de comprar. Esa sola imagen muestra la fragilidad del esquema: ni con ingreso récord de divisas logra fortalecer reservas.

 

La pax cambiaria, sostenida artificialmente por la liquidación del campo, se extinguió. El Tesoro quedó como único oferente de dólares y el BCRA como único fusible. A esta altura, todo el mercado sabe que la intervención oficial tiene fecha de vencimiento: 26 de octubre, el día de las elecciones legislativas.

 

Inflación reprimida, consumo muerto

 

La única carta que le queda al Gobierno para mostrar resultados es la inflación contenida a fuerza de recesión. Los precios suben más lento, sí, pero porque el consumo se derrumbó. Los salarios reales están en mínimos históricos y el ajuste sobre el gasto interno hace que los números cierren en el Excel, pero no en la calle.

 

El esquema es insostenible: la inflación reprimida es un dique construido con reservas negativas. Se trata de postergar el estallido a costa de licuar ingresos y castigar la actividad. El dilema es conocido: el Gobierno puede administrar la devaluación o el mercado puede imponerla. En ambos casos, el golpe sobre el programa libertario será demoledor.

 

Trump en su laberinto

 

El frente externo también se volvió un dolor de cabeza. Trump enfrenta el cierre parcial de su gobierno y críticas internas feroces por la idea de financiar a Milei. Los farmers norteamericanos estallaron cuando supieron que Argentina eliminaba retenciones a la soja y podía venderle a China más barato, mientras Trump prometía usar impuestos de los contribuyentes para rescatar a un país que compite directamente con ellos.

 

Los demócratas aprovecharon la fisura y enviaron una carta para frenar el rescate. Senadores como Elizabeth Warren y Amy Klobuchar denunciaron que se pretendía subsidiar la campaña de reelección de un presidente extranjero mientras se golpeaba a la agricultura norteamericana. Incluso dentro del gabinete trumpista hubo ruido: la secretaria de Agricultura filtró su enojo y Marco Rubio, desde el Departamento de Estado, dejó trascender su rechazo.

 

El resultado fue letal: Trump no solo no puede mandar un dólar a Buenos Aires, sino que quedó en evidencia que apoyar a Milei contradice su propio lema de “America First”. Y si algo no tolera la política norteamericana es la incoherencia entre el discurso y los hechos.

 

Milei contra la pared

 

En este escenario, Milei pierde por todos lados. No suma reservas, no convence al mercado y ve cómo se le esfuma el respaldo de su aliado más ruidoso. El shutdown en Estados Unidos no solo paraliza agencias federales: paraliza también la posibilidad de sostener al Presidente argentino. 

 

La campaña libertaria se queda sin su único relato de orden económico y entra en la recta final con una economía que respira con respirador artificial.

 

Las billeteras virtuales encendieron todas las alarmas al suspender la venta de dólar oficial. El Central respondió con comunicados aclarando que “no hubo cambios normativos”. Pero el rumor de corralito digital ya corrió como pólvora en redes. El efecto es inmediato: más búsqueda de cobertura, más presión cambiaria.

 

El mercado no espera. Ya se posiciona en futuros y en bonos dólar linked, anticipando la corrección. La política, en cambio, estira los tiempos como si se tratara de una pulseada de relato. El resultado es el clásico de la economía argentina: la brecha se ensancha, el oficial se sostiene con respirador y la calle empieza a mirar más el blue que el discurso presidencial.

 

No hay dólares de Washington, no hay reservas en el Central y no hay confianza en el mercado. El programa de Milei sobrevive con inflación reprimida y recesión, pero no puede sostenerse en el tiempo.

 

El Gobierno puede administrar el ajuste o dejar que el mercado lo imponga. La diferencia está en el costo político, no en el resultado económico. Lo único seguro es que el dólar marcará el compás final de la campaña.

 

Trump no pudo sostener su propio presupuesto; mucho menos sostendrá al Presidente argentino. América First nunca fue Argentina First. Y el mercado lo sabe: por eso todo va a la baja, porque los discursos se evaporan y lo único que importa —ayer, hoy y siempre— son los dólares contantes y sonantes.

 

Sin dólares de Trump, el Gobierno se quedó sin narrativa y el mercado descuenta devaluación.

La inflación reprimida sostiene la pax momentánea, pero con recesión y reservas en caída.

 

 

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