“La IA nos va a reemplazar”: ¿Sobran humanos o falta humanidad?

La falsa inevitabilidad de la IA y el trabajo: detrás del discurso de la automatización, una decisión política sobre a quién se considera valioso. ¿Es cierto que los robots nos reemplazarán por obsoletos o porque somos sujetos de cambio?

Cultura 02/07/2025
multimedia.normal.a8dcaf09e1b13663.bm9ybWFsLndlYnA=

Por Lucila Romo (Comunicación Social y cazadora de dobleces del relato)

Mientras los grandes nombres de la industria tecnológica predican el avance inexorable de la inteligencia artificial y la supuesta “reducción natural” del empleo humano, una verdad más incómoda se oculta bajo la superficie: no es que la tecnología haga que sobren personas, es que el sistema económico decidió que algunos ya no valen. ¿La IA destruye trabajos o el capitalismo decide no compartir sus beneficios?

La última década nos viene repitiendo un mantra aparentemente indiscutible: la inteligencia artificial (IA) transformará todos los aspectos de nuestras vidas, especialmente el mundo del trabajo. Automatización, eficiencia, productividad. Las palabras suenan a progreso, pero el relato que las envuelve es inquietante. Figuras como Andy Jassy (Amazon), Bill Gates o Sam Altman (OpenAI) anuncian con naturalidad que millones de empleos serán eliminados y que debemos “adaptarnos” a una nueva era donde la IA reemplazará a buena parte de los trabajadores. Para muchos, el mensaje es claro: sobran humanos.

¿Pero de verdad es así? ¿Es esta transformación un fenómeno inevitable, o estamos frente a un nuevo capítulo en el largo proceso de exclusión que el capitalismo ejecuta cada vez que encuentra una forma de hacer más con menos, sin redistribuir ni resignificar?

La narrativa de lo inevitable: tecnología e ideología

Todo nos habla de “inevitabilidad”. Como si la historia estuviera escrita en un código binario que no admite opciones, y la humanidad entera debiera resignarse a su reemplazo parcial por sistemas automáticos más eficientes. Pero esta lectura no es inocente: convierte una decisión política y económica en una supuesta ley natural. Si se automatiza un puesto de trabajo, se despide a una persona y no se le ofrece reconversión, participación ni descanso, no es culpa de la tecnología, sino de la estructura que prioriza la rentabilidad por sobre la comunidad.

A lo largo de la historia, cada revolución tecnológica prometió liberar al ser humano de tareas tediosas para abrir paso a una vida más rica en tiempo libre, creatividad y relaciones. Pero esa promesa solo se cumplió para unos pocos. Hoy, la IA ofrece una nueva oportunidad de pensar un modelo social donde menos trabajo obligatorio no signifique más exclusión, sino más vida. Sin embargo, las estructuras que concentran el poder tecnológico no parecen interesadas en ese horizonte.

La automatización como descarte

El problema no es la tecnología en sí. La automatización puede y debe utilizarse para reducir la carga laboral, mejorar servicios públicos, prevenir accidentes, curar enfermedades o simplificar tareas. El conflicto aparece cuando los frutos de esa eficiencia no se reparten ni social ni económicamente. La IA hace posible una jornada laboral de cuatro horas, ingresos básicos universales y más tiempo para vivir, pero el sistema opta por concentrar ganancias, despedir personal y naturalizar que “hay gente que sobra”.

En este contexto, la IA se transforma en coartada. Su crecimiento es usado como justificación para una violencia estructural que ya estaba en marcha: la precarización del empleo, el debilitamiento de los sindicatos, la pérdida de derechos laborales y la concentración del poder en plataformas opacas. Lo que se presenta como “progreso” muchas veces encubre una vieja receta: maximizar la ganancia eliminando los costos que implica la vida humana.

Humanidad automatizada o comunidad organizada

Lo que está en juego no es solo el futuro del trabajo, sino el tipo de sociedad que queremos construir. Frente al discurso frío de los tecnócratas del Valle del Silicio, es urgente recuperar una mirada humanista, que reconozca que la existencia humana no se reduce a su utilidad productiva. Que nadie sobra, porque cada vida tiene un valor intrínseco, irreductible, no programable.

Si los avances tecnológicos nos permiten trabajar menos, deberíamos estar celebrando colectivamente. Pero para que eso ocurra, hace falta una estructura de poder que distribuya, planifique y revalorice el tiempo libre como derecho. De lo contrario, la IA no será una herramienta de liberación, sino una máquina de descarte.

No sobran humanos: falta imaginación política

El problema de fondo es que el capitalismo actual no sabe imaginar un mundo donde las personas no trabajen todo el día, pero sí vivan con dignidad. El trabajo ha sido históricamente la forma en que se “merece” vivir. Si ese trabajo se vuelve escaso, hay dos caminos: o se redefine el sentido de la vida social (reparto, tiempo libre, comunidad), o se acepta la exclusión como parte del paisaje. Las declaraciones de los gurúes tech parecen ir por el segundo.

Lo que “sobra” no son personas, sino el viejo paradigma que mide todo en términos de eficiencia y rendimiento. La IA debería permitirnos pensar nuevas formas de organización social, donde la creatividad, la singularidad personal y el tejido comunitario ocupen el centro. Pero para eso hace falta voluntad política, sensibilidad social y una ética que no puede programarse.

Rediseñar el sentido del trabajo

¿Qué pasaría si, en lugar de preguntarnos cuántos empleos destruirá la IA, nos preguntáramos cómo usar esa tecnología para liberar tiempo humano y democratizar sus beneficios? ¿Qué pasaría si cada avance técnico trajera aparejado una obligación de redistribución, de planificación social y de cuidado de los más vulnerables?

Lo cierto es que esa posibilidad existe. No es una utopía. Está al alcance, pero requiere una decisión que ni Altman, ni Jassy, ni Gates están dispuestos a tomar. Porque implica renunciar al privilegio de decidir quién cuenta y quién no.

Estamos frente a una encrucijada histórica. Por primera vez, contamos con herramientas capaces de aliviar la carga del trabajo humano de manera masiva. Pero si no rediseñamos el contrato social, si no decidimos colectivamente hacia dónde va esa liberación, la IA terminará siendo el arma más sofisticada para justificar un mundo donde algunos lo tienen todo y otros no tienen ni lugar.

La inteligencia artificial no tiene ideología, pero quienes la diseñan, la financian y la implementan sí. Y hoy están usando su poder para convencer al mundo de que la exclusión es inevitable. No lo es. Solo lo será si dejamos que ellos sigan escribiendo el futuro sin nosotros.

Te puede interesar
FOTO PRINCIPAL

Entre criollas, sintetizadores, beat box y raíces

Cultura 18/07/2025

El indie argentino florece con una identidad propia: de El Plan de la Mariposa a Zoe Gotusso, pasando por el cruce con el folklore, el rock nacional y el pulso urbano, que marca Cazzu. Una escena que dejó de ser nicho y se volvió espejo de una generación que busca belleza sin permiso.

NOTA

La cancelación como nuevo tribunal moral

Cultura 17/07/2025

Hace un tiempo que vengo sintiendo un nudo en la garganta cada vez que alguien es “cancelado” en redes. No porque me indigne la denuncia —muchas veces es válida, justa y necesaria— sino porque no deja espacio a nada más. No hay después. Solo hay castigo, expulsión, silencio.

NOTA

La emotividad digital y la muerte del lazo social

Cultura 17/07/2025

La hiperconexión no nos une, nos dispersa. Mientras las redes imponen un régimen de afectos acelerados y rendimiento sin pausa, se debilitan los vínculos que nos permiten existir como comunidad. ¿Cómo volver a una diferencia que no aísla, sino que aporta?

nota

“Sonic Life”: el ruido que hizo historia

Cultura 15/07/2025

Algunas autobiografías se leen como confesiones lacrimógenas. Otras como operaciones de blanqueo. Pero Sonic Life, el libro de memorias de Thurston Moore, es otra cosa: un mapa sensorial de una era.

Lo más visto
NOTA

Dady Yankee llega a Lomas de Zamora

Región16/07/2025

Raymond Ayala, más conocido como Daddy Yankee, se presentará en un evento evangélico en el partido de Lomas de Zamora. Las entradas son gratis. Se trata de un encuentro que busca difundir el evangelismo entre los jóvenes.

NOTA

La cancelación como nuevo tribunal moral

Cultura 17/07/2025

Hace un tiempo que vengo sintiendo un nudo en la garganta cada vez que alguien es “cancelado” en redes. No porque me indigne la denuncia —muchas veces es válida, justa y necesaria— sino porque no deja espacio a nada más. No hay después. Solo hay castigo, expulsión, silencio.

NOTA ABAJO

¿Crisis institucional?: mejor llamen a Pichetto

Política18/07/2025

La supuesta reunión entre Victoria Villarruel y Miguel Ángel Pichetto desató especulaciones sobre un posible reordenamiento del poder. Más allá de la desmentida, lo que preocupa al rionegrino no es una rosca, sino el riesgo de una salida anticipada en medio de una creciente fragilidad institucional.