The Discovery: morir no es escapar

Una película de ciencia ficción existencial que incomoda, emociona y deja vibrando preguntas. ¿Y si el más allá no fuera el consuelo que esperábamos?

Cultura 17/11/2025
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En el océano repetido de Netflix, donde las fórmulas se reciclan y las emociones vienen envasadas, The Discovery (2017), de Charlie McDowell, aparece como una anomalía hermosa. No trae respuestas. Trae heridas. No busca salvarte: quiere que mires adentro. Y lo hace desde un punto tan incómodo como inquietante: ¿qué pasa si después de morir, simplemente... seguimos?

El planteo es brutal. Un científico descubre que hay vida después de la muerte. No se trata del cielo, ni de castigos eternos, ni promesas religiosas: simplemente otro plano de existencia comprobado científicamente. El resultado es devastador. Millones se suicidan. La humanidad se enfrenta a su peor espejo: el deseo de borrarse.

Pero esta no es una historia apocalíptica. Es íntima, filosófica, emocional. Protagonizada por Jason Segel, Rooney Mara y Robert Redford, sigue a Will (el hijo del científico) y a Isla (una mujer sin anclajes) que se encuentran en medio del caos y la culpa colectiva. Su conexión no es romántica en el sentido tradicional: es una búsqueda compartida por sentido, por algo que valga la pena cuando todo parece desmoronarse.

El tono es sobrio pero inquietante. La narrativa parece sencilla, pero cada plano está cargado de dilemas éticos, filosóficos y espirituales. No se menciona explícitamente a Nietzsche, pero todo The Discovery vibra en su frecuencia: el eterno retorno, la crítica a la moral tradicional, la caída de Dios, la afirmación del deseo incluso en el abismo.

La pregunta clave que sobrevuela toda la película es: ¿seguirías eligiendo esta vida si supieras que vas a vivirla una y otra vez, sin final ni redención?

Una pregunta nietzscheana por excelencia, que no apunta a la fe, sino al coraje.

McDowell logra algo inusual en una plataforma comercial: una cinta que te deja pensando. Que no seduce con efectos ni clichés, sino con pensamiento. Como dice Zaratustra: "El que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo". Acá, el porqué es incierto. Pero la posibilidad de preguntarlo... es un acto de vida.

The Discovery no es solo una película. Es una invitación a mirar lo que duele. A elegir la vida incluso cuando no brilla. Y si después te quedás un rato en silencio, Nietzsche no está lejos: te acompaña en esa duda. No para calmarla, sino para que le pongas tu nombre.

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