Femicidio a mazazos: conmoción en Quilmes

Beatriz Mónica Espinoza fue asesinada brutalmente. Su pareja fue detenida y quedó imputado por homicidio agravado.

Policiales01/07/2025
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La violencia extrema obliga a reforzar los mecanismos de protección y detección temprana de alertas.

 

El Conurbano bonaerense volvió a sacudirse este fin de semana por un nuevo episodio de violencia de género que terminó en tragedia. Beatriz Mónica Espinoza, de 37 años, fue asesinada con una maza en una vivienda ubicada en la esquina de Mozart y Guiraldes, en Quilmes. Por el hecho fue detenido su pareja, Ricardo Enrique Sosa, de 67 años, quien alegó haber actuado en defensa propia tras una supuesta agresión con un arma blanca.

El crimen ocurrió el domingo por la tarde, luego de una discusión entre ambos. Alertados por un llamado al 911, efectivos de la Policía Bonaerense acudieron al domicilio y encontraron a Espinoza sin vida, con múltiples heridas en la cabeza y el cuerpo. Según detallaron fuentes policiales, dentro de la vivienda se hallaron una maza ensangrentada en el suelo, un cuchillo sobre la cama y manchas hemáticas en las sábanas. Personal del SAME confirmó el deceso en el lugar.

Sosa fue inmediatamente detenido y quedó a disposición de la titular de la Unidad Funcional de Instrucción N°7 de Quilmes, quien lo imputó por el delito de homicidio calificado por el vínculo y por mediar violencia de género. Este lunes se llevó a cabo la audiencia indagatoria.

Más allá del curso judicial, el caso vuelve a instalar una pregunta urgente: ¿cuántos signos de violencia pasaron inadvertidos hasta desembocar en este crimen? En la mayoría de los femicidios, las mujeres convivían con sus agresores y habían sido sometidas previamente a otras formas de maltrato psicológico, físico o económico. No todos los contextos violentos llegan a tiempo a las redes de protección.

Beatriz tenía 37 años. Vivía en un barrio popular de Quilmes, donde el Estado local viene reforzando campañas de prevención de violencia de género, pero muchas veces las señales de riesgo permanecen invisibles o naturalizadas. La ruta crítica que recorre una mujer hasta pedir ayuda suele ser larga, solitaria y dolorosa. Por eso, es indispensable que las redes comunitarias, institucionales y estatales afinen cada vez más sus mecanismos de escucha, detección y contención.

En la provincia de Buenos Aires, las líneas 144 y 911 funcionan las 24 horas para brindar orientación y asistencia ante situaciones de violencia por razones de género. A su vez, cada municipio cuenta con áreas de género, dispositivos de atención integral, botones antipánico y acompañamiento psicosocial. Sin embargo, los femicidios no se detienen.

Beatriz Espinoza no alcanzó a pedir ayuda o, si lo hizo, no fue suficiente. Su muerte brutal vuelve a señalar lo que falta: presencia, prevención y respuestas más veloces. Porque en materia de violencias, la demora puede costar vidas.

Mientras se espera la resolución judicial, el crimen de Beatriz Espinoza nos enfrenta a una responsabilidad colectiva: la urgencia de identificar a tiempo las señales del horror. Para que la próxima vez, no sea demasiado tarde.

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