Andrea Álvarez: “Burzaco es una ciudad con una identidad popular”

La multifacética artista cerrará el próximo domingo 17 de agosto con un recital imperdible el festival del 160º aniversario de la fundación de Burzaco, en el “Playón de esa localidad browniana”

Cultura 14/08/2025
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Por Agustín Ochoa Ortega. 

 

Burzaco se engalana para conmemorar su 160° aniversario con un vibrante festival cultural y gastronómico que reunirá a destacados artistas de la escena musical y emprendedores locales. El evento, que promete ser una fiesta para toda la comunidad, tendrá un cierre de lujo con la presentación de su hija pródiga, Andrea Álvarez, una de las cantantes y percusionistas más exitosas y consagradas del rock nacional. La cita es el domingo 17 de agosto en la Plaza de la Memoria y Derechos Humanos, popularmente conocida como el “Playón de Burzaco”.

 

En una conversación exclusiva con DIARIO LA TERCERA, la multifacética artista expresó su profunda emoción por regresar a su tierra natal en medio de un ambiente festivo. “Y a mí me emociona un montón. Estoy en permanente contacto, no estoy yendo muy seguido ahora, pero estoy en contacto permanente. Aparte mi hermano vive ahí, mis parientes, bueno, me emociona porque siempre quiero ir a tocar a Burzaco, Adrogué, a toda la zona sur, pero que me convoquen para cerrar el aniversario me da mucho orgullo”, manifestó Andrea Álvarez, reflejando el cariño y el arraigo que siente por su lugar de origen.

 

La cantante, percusionista y baterista está preparando un repertorio musical diverso y emocionante, que abarca canciones de su último disco, titulado “La Cadena del Mal”, así como clásicos de su extenso cancionero. Además, habrá un espacio especial para recordar las canciones de Pappo, un ícono del rock argentino. “La Cadena del Mal, que es mi quinto disco, es lo que voy a tocar el domingo en Burzaco, voy a tocar todo, pero mayormente La Cadena del Mal”, anticipó Álvarez, generando gran expectativa entre sus seguidores. También compartió una anécdota entrañable sobre las visitas de Pappo a Burzaco. “Tenía un vecino que era Alberto Lerroca y Papo venía en moto a la casa de mi vecino, vecino de media cuadra, ahí nomás y yo me acuerdo de eso”, relató la consagrada artista, evidenciando la cercanía y la familiaridad que existía en el barrio.

 

El reconocimiento y el afecto hacia Andrea Álvarez en Burzaco son palpables, como lo demuestra el mural que se ha realizado en su honor cerca de su antiguo barrio. “Me encanta, es buenísimo. Bueno, ya fui yo, porque aparte es cerca de los de mis viejos, entonces es muy cerca de la casa donde yo vivía hasta grande, y aparte voy todo el tiempo. Pero me encanta y me encanta el muralista que es Tim, y está toda esa zona llena de murales que hacen que quede todo más lindo”, comentó la artista, agradecida por este gesto de cariño. Además, fue distinguida como “Ciudadana Ilustre” de Almirante Brown hace algunos años: “Me dio mucho orgullo, y entonces pienso en mis viejos, pienso en la gente que quiero que ya no está, y bueno, sí, me emociona mucho”, indicó, mostrando su lado más sensible y emotivo.

 

“Burzaco es una ciudad con una identidad popular, una forma menos cheta que Adrogue, digamos. Burzaco tiene eso más del palo, ¿no? Eh, y creo que, que pasan muchas cosas que nadie se entera. Y por eso pasa que esté el Amparo o que esté el Tío Bizarro o que, que haya todos esos arte callejeros en las paredes y un montón de cosas que pasan en Burzaco y los murales y la gente que sale de Burzaco, los conocidos y los no  tanto”, reflexionó Andrea Álvarez. 

El festival por el 160° aniversario de Burzaco promete ser una celebración inolvidable, un encuentro de la comunidad con su historia, su cultura y su gente. La presencia de Andrea Álvarez, como figura central de este evento, añade un brillo especial a la ocasión, reafirmando el vínculo indestructible que la une a su tierra natal. No se pierdan esta oportunidad única de disfrutar de la música, la gastronomía y la alegría de Burzaco en un marco festivo y lleno de emoción.

 

Su infancia en Barrio Corimayo 

 

Andrea Álvarez, reconocida cantante, baterista, compositora y percusionista argentina, lleva la música en la sangre desde que tiene memoria. Pero antes de llenar escenarios y grabar discos, Andrea era una niña que crecía en el barrio Corimayo de Burzaco, un lugar que marcó su vida y su relación con el arte. Su historia es un viaje a través de recuerdos de infancia, aventuras con amigos y la influencia crucial de una familia que la encaminó hacia su vocación.

 

Nacida y criada en Corimayo, Andrea cursó sus estudios primarios en la escuela Nº28 y luego se trasladó al Colegio Nacional de Adrogué para la secundaria. Sin embargo, más allá de las aulas, su verdadera escuela estaba en las calles de tierra de su barrio, donde la vida se tejía entre juegos, exploraciones y la compañía de sus amigos inseparables.

 

"Desde los 5 años que toco en vivo", afirmó Andrea, dejando entrever una conexión temprana e inquebrantable con la música. Pero antes de los instrumentos y los escenarios, estaban las tardes compartidas con sus amigos. La Laguna Roca y el misterioso Castillo eran sus patios de recreo, lugares que alimentaban su imaginación y espíritu aventurero.

 

"Un montón, porque cuando éramos chiquitos, yo tuve una infancia de calle de tierra y de muchos amiguitos, sobre todo varones, éramos como una barra y yo era la única chica", recordó con una sonrisa. "Íbamos a la Laguna Roca a cazar ranas, yo tenía terror a las ranas y los chicos me las tiraban, mis amigos me revoleaban las ranas, y bueno, íbamos al castillo, era toda una aventura. Qué loco, ¿no?".

 

La rutina era simple: salir a la tarde, con las puertas de las casas abiertas, y lanzarse a la aventura. Perros sin collar, palos en las manos y la libertad de explorar sin límites. "Después vino el asfalto, fue hermoso, y después vinieron los patines, cuando vino el asfalto después empezamos todos a patinar. Estuvo buenísimo, la infancia ahí", rememora.

 

El Castillo, con su aura de misterio, era otro punto de encuentro. "Íbamos medio clandestinamente, porque yo tenía una amiguita, que la mamá trabajaba ahí, entonces entrábamos, pero era como medio misterioso todo, ¿viste? Ahora me encantaría ir". Y no muy lejos de su casa, se alzaba la Quinta "El Rocío", otro lugar que alimentaba su curiosidad infantil. "Enfrente de mi casa también hay una quinta que se llama El Rocío, la casa de mis viejos, que es mi casa, yo nací ahí, y la quinta El Rocío también era otro lugar medio misterioso, era raro".

 

Pero la infancia de Andrea no solo se nutría de aventuras en el barrio. La música, gracias a la influencia de sus padres, se convirtió en un elemento fundamental de su vida. A los siete años, su padre le regaló el vinilo de Los Beatles "Revolver", un álbum que la marcaría para siempre, además de llevarla al cine a ver "Submarino amarillo" y "Let it be". En su casa, un equipo de música se convertía en una puerta a un mundo de sonidos, y junto a su hermano, viajaban desde Burzaco hasta la Capital para comprar discos importados en la disquería El Agujerito.

 

Andrea Álvarez no duda en atribuir a sus padres el haberle inculcado su pasión por la cultura. Fueron ellos quienes la inscribieron en la escuela de música “Norman Monk” en José Mármol. "Ahí fuimos muchos, mucha gente fue ahí. Era como medio un experimento donde Norman Monk tenía un método para enseñar a niños, y armaron una orquesta, y ahí yo tocaba la flauta y el clarinete, y para mí fue un mundo, o sea fue una puerta que me abrieron a un mundo que yo lo sentí totalmente conocido, aún sin conocerlo del todo, y creo que nunca tuve la duda de que me iba a dedicar a eso, jamás, es como que me pareció de lo más natural seguir ese camino una vez que se abrió esa puerta, con todos los idas y venidas de distintas cosas que pasaban en la música, yo siempre supe que era mi espacio”, concluyó Andrea Álvarez, revelando la certeza que la acompaña desde su infancia en Burzaco: la música era su destino.

 

Una pionera del rock nacional

 

Andrea Álvarez es una figura esencial en la historia del rock argentino. No solo por ser una de las primeras mujeres percusionistas en destacar en la escena, sino también por ser parte de la génesis de uno de los grupos femeninos más influyentes de los años 80: Rouge. Su trayectoria, desde aquellos inicios hasta su consolidación como solista, es un testimonio de pasión, perseverancia y una inquebrantable búsqueda de autenticidad.

 

A principios de los años 80, Álvarez formó parte de Rouge, un conjunto de rock integrado completamente por mujeres, junto a María Gabriela Epumer y Claudia Sinesi. Esta banda, precursora de Viudas e Hijas de Roque Enroll, marcó un hito en la escena musical de la época, desafiando las normas y abriendo camino para las futuras generaciones de músicas.

 

Álvarez recordó con emoción aquellos primeros pasos: "En realidad, Rouge era una banda que ya existía, pero con chicas más grandes que nosotros y en un momento medio que se disuelve quedando solamente Ana Crotti; así que deciden armar una banda tocar en castellano, porque tocaban canciones en inglés y ahí es donde entré yo, porque en realidad no había bateristas mujeres y la única era Mari Sanchéz", relató. "Un momento se va de viaje, entonces al conocerme por ser la única que se dedicaba a eso porque además estudiaba y practicaba todo el día. Éramos muy chicas y ahí aparece Claudia Sinesi que la conocí durante un ensayo, me llama y estaba María Epumer quien tenía 17, yo 18 y Claudia 19. Así que como banda en castellano con temas propios debutamos en diciembre de 1980”.

 

Pero los inicios de Andrea Álvarez en el rock nacional no estuvieron exentos de desafíos. La dictadura militar, que asolaba Argentina en ese momento, imponía un clima de opresión y censura. Sin embargo, la música se convirtió en un refugio y un espacio de resistencia. "Era el lugar de resistencia, yo no me daba cuenta", reflexionó Álvarez. 

 

"A veces cuando me enojo con los adolescentes hoy, me tengo que acordar cómo era yo de adolescente en una época durísima, y yo tenía mucho acompañamiento familiar, entonces mis viejos me llevaban a los lugares, los papás de María Gabriela también, entonces íbamos siempre con mucho cuidado, y cuando uno nada más tiene la experiencia esa, no puedes comparar, entonces era lo que nos tocaba vivir como adolescentes, ir a un recital y que te vayan a buscar a tu papá, porque si no, no sabías si volvías a tu casa, yo era de Burzaco, entonces todo pasaba en el centro, y viajamos en colectivo, no había celulares, no había nada para avisar, entonces había que tener mucho apoyo de la familia para moverte, y era difícil comprar instrumentos, era difícil ser diferente, pero era lo único que yo conocía”.

 

Después de vivir en Nueva York y participar en una gira como sesionista de Charly García, Andrea Álvarez recibió una oportunidad única: convertirse en percusionista de Soda Stereo, la banda más popular del momento. Esta etapa marcó un punto de inflexión en su carrera.

 

“Artísticamente fue la etapa donde yo me definí, llegué a lo más alto que se puede llegar acá, y ahí decidí bajarme, ahí me di cuenta de todo, y aprendí todo lo que usé después, incluso para mi propia carrera, más que técnicamente o musicalmente, aprendí muchas cosas de producción, aprendí de trato, aprendí de todo, y me costó mucho irme, pero fue una decisión, porque cuando vos entras a trabajar a lugares así, en ese momento era el lugar más top y lo sigue siendo, las giras, llegamos a estar seis meses afuera, y no tenía vida propia, y bueno, ahí es como que también definí que quería para mi propia vida”, explica Álvarez.

 

Su decisión de abandonar Soda Stereo, en la cima de su popularidad, fue un acto de valentía y autenticidad. Álvarez priorizó su propia visión artística y su bienestar personal por encima del éxito masivo. Y acotó: “Mucha gente a veces te dice, ah pero no le fue tan bien, y no se da cuenta que son decisiones que uno toma, decisiones de lo que uno pensaba que estaba bueno, y después te das cuenta que no estaba tan bueno, que realmente te interesan otras cosas, y bueno, yo por suerte en ese momento para irme, yo estaba muy enojada con Soda Stereo, porque si no, no me iba, pero después me pude amigar, seguí el vínculo y participé de varias cosas después, incluso con Gustavo también, y yo tengo los mejores recuerdos, estoy muy agradecida a todo eso”.

 

Después de una exitosa carrera como percusionista y baterista, acompañando a artistas de la talla de Divididos, Robi Draco, Natalia Oreiro, Los Tipitos, Tito Puente, Celia Cruz, Ataque 77, Memphis la Blusera y Los Rodríguez, entre muchos otros, Andrea Álvarez sintió la necesidad de dar un paso adelante y emprender su propio camino. En 2001, se lanzó como solista, un momento que define como un punto de inflexión en su vida.

 

“Es todo diferente, es un antes y un después, porque aparte hay una diferencia en la percepción de la música, yo nunca se me había ocurrido componer, y me empezó a pasar espontáneamente, empecé a necesitar hacer mis canciones, hablar de lo que a mí me importaba, y empezar a ver cómo decirlo lo mejor posible, y ser más fiel a mí misma cada vez, entonces ahí empecé a tomar decisiones de vida, ya directamente, y empecé a decidir a dónde quería yo estar profesionalmente”, explicó Álvarez. Esta necesidad de autoexpresión la llevó a grabar cinco discos, siendo el más reciente “La cadena del mal” (2024), donde explora sus inquietudes y emociones con total libertad creativa.

 

“En mi propio proyecto hay algo que no permito, que es pasarla mal, no la quiero pasar mal, cuando uno toca con otras personas, hay un montón de cosas, como en cualquier trabajo, que tienen que ver con el displacer, no es todo lindo, después está el escenario, cuando tocas te olvidás de todo, y por eso no sigues tocando, y siguen pasando las cosas, pero cuando yo tengo mi banda, aunque sea todo más chico, yo quiero que la batería esté en un lado, quiero que se escuche de determinada manera, quiero que sea cómoda, mientras estoy diciendo lo que yo quiero decir, desde la música, y ahí no lo transo, no transo en nada, no transo en nada que tenga que ver conmigo, y bueno, eso también me hace estar en lugares mucho más chicos, pero no me importa, la verdad no me importa, a esta altura de la vida no me importa, estoy bien”, afirmó con convicción. Esta postura, lejos de ser un obstáculo, se ha convertido en el motor de su carrera, permitiéndole conectar con su público de una manera genuina y profunda.

 

Andrea Álvarez, una artista que, a lo largo de su prolífica carrera, ha demostrado que la perseverancia, la pasión y la fidelidad a uno mismo son las claves para dejar una huella imborrable en la historia de la música. Su legado, como pionera y como solista, continúa inspirando a nuevas generaciones de músicos a romper barreras y a encontrar su propia voz.

 

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