Jung y el secreto de una vida con sentido

El psiquiatra suizo Carl Gustav Jung dejó un legado clave para la vida moderna: la felicidad no se persigue, se construye a través del sentido, la salud, los vínculos y una vida interior rica. A los 85 años, vivió lo que enseñó.

Cultura 02/07/2025
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Carl Gustav Jung no solo fue uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, sino también un ejemplo vivo de coherencia entre palabra y acción. A los 85 años, seguía viviendo en su casa junto al Lago Zurich —una casa que él mismo ayudó a construir— atendiendo pacientes y profundizando en los misterios del alma. Su vida, como sus enseñanzas, fue una búsqueda serena pero intensa del sentido.

En una entrevista realizada en 1960, Jung reveló lo que él consideraba los cinco pilares de la felicidad humana. No eran fórmulas mágicas, sino coordenadas de una vida vivida con autenticidad:

 

Buena salud física y mental.

Cuidar el cuerpo y la mente no es solo una cuestión médica: es una forma de respeto por uno mismo y por la vida.

 

Relaciones afectivas profundas.

La felicidad no se construye en soledad. La familia, la amistad y el amor son refugio, espejo y motor de nuestro crecimiento.

 

Capacidad de asombro ante la belleza.

Ver belleza en una flor, en un cuadro o en un atardecer no es un lujo: es una necesidad del alma. La estética, para Jung, era alimento espiritual.

 

Trabajo con sentido.

Más allá del salario, es vital que nuestra tarea cotidiana tenga un propósito. No se trata solo de hacer lo que uno ama, sino de amar lo que uno hace, cuando eso mejora al mundo.

 

Una filosofía de vida o fe

Creer en algo más grande que uno mismo —Dios, el cosmos, la justicia o el misterio— ayuda a atravesar las pruebas de la vida con más entereza y menos miedo.

El riesgo de perseguir la felicidad

Jung no creía en la felicidad como una meta a conquistar, ni como una promesa de alegría constante. Para él, la vida plena incluía momentos de tristeza, pérdidas y preguntas sin respuesta. Pretender evitar el sufrimiento lleva a la frustración y, muchas veces, al vacío.

“No se trata de buscar la felicidad —decía—, sino de vivir con profundidad.” Esa frase resume su mirada: lo importante no es estar bien todo el tiempo, sino estar enteramente vivos.

Después de los 40: el giro hacia adentro

Uno de los aportes más lúcidos de Jung es su reflexión sobre el tránsito de la vida adulta. Mientras que los primeros años suelen estar enfocados en formar pareja, construir una carrera y cumplir expectativas sociales, después de los 40 —sostenía Jung— algo cambia. Y si no cambia, algo anda mal.

En esa segunda mitad de la vida, las personas necesitan empezar a mirar hacia adentro: conectar con su historia, sus símbolos, sus heridas y sus sueños postergados. Es el tiempo de la individuación: un proceso de maduración espiritual, de aceptación de la sombra, de integración de los opuestos.

Cuando este giro no ocurre —advertía Jung— muchas personas caen en la depresión, el cinismo o un largo autoengaño que las desconecta de su deseo y de su verdad.

Una vida con alma, no con recetas

Jung nunca ofreció fórmulas. Lo suyo fue siempre una invitación a vivir de manera auténtica, con coraje para enfrentar el dolor, y con ternura para mirar al otro y a uno mismo. En un mundo cada vez más veloz y superficial, sus enseñanzas siguen siendo un faro: no hace falta ser perfecto, ni feliz todo el tiempo. Hace falta vivir con sentido.

Tal vez por eso, aún hoy, Jung no solo se estudia: se escucha. Porque sus palabras no envejecen. Como él mismo dijo: “Quien mira hacia afuera, sueña. Quien mira hacia adentro, despierta.”

 

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