Gracias por la risa, Antonio Gasalla

Este martes, el legendario artista y figura indiscutible del humor argentino falleció a los 84 años luego de varios años de deterioro en su salud.

Cultura 18/03/2025
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Por Florencia Belén Mogno.

En la vida, hay personas que son mágicas, que tienen “algo” que conquista a todos a su alrededor. Hoy Argentina, en cierta forma, perdió algo de magia con la partida del extraordinario Antonio Gasalla. El artista, el innovador, el gran creador, falleció luego de varios años de lucha contra una enfermedad que lo castigaba. 

No miento al decir que escribo esto con los ojos borrosos por las lágrimas y con mucha tristeza. ¿Qué extraño, no? Yo no tuve el privilegio de conocer a Gasalla en persona y sin embargo, siento profundamente su partida. Ahí es donde está la magia, especialmente la magia de un artista, y Antonio Gasalla guardaba dentro de sí magia y talento en iguales proporciones. 

Mi historia con Antonio se remonta a mis primeros años de vida y me conecta muy especialmente con mi mamá. Yo nací en 1992, y para esa época, Gasalla era uno de los reyes de los programas de humor en la TV argentina. Mi mamá lo amaba; lo miraba en cada ciclo que Antonio hacía en televisión. 

Para ese entonces, mientras mi mamá preparaba la comida, yo era una bebé sentada en una sillita de plástico y Antonio nos acompañaba. Era casi como una ceremonia: la tele se encendía, y Gasalla “entraba” a mi casa para ser parte de mi familia, para que él, junto a sus bellas criaturas como Soledad Dolores Solari, Yolanda e Inesita, fueran nuestra compañía a la hora de cenar.

Tan especial es lo que me une a Antonio Gasalla que podría decirse que hasta “aprendí a hablar” con él. Dentro del universo Gasalla también habitaba otro personaje al que hoy amo profundamente: Bárbara Don’t Worry. Antonio daba vida a una mujer rubia, exuberante, maquiilada al extremo, que hacía entrevistas a diferentes personalidades.

Cada noche, cuando mi mamá preparaba la comida y yo era una bebé sentada en su sillita de plástico, Antonio aparecía con Bárbara Don't Worry y yo sentía terror. Fiel al estilo de los 90, en casa se escuchaba la radio y los cassettes y yo ya había empezado a dar mis primeros balbuceos. Una noche, mientras Antonio apareció en la tele de casa con su legendaria Bárbara, mi mamá logró grabarme en un cassette diciendo “meio a pataia” (miedo a Gasalla). 

Así de grande es la magia que rodea a Gasalla. Yo aprendí a “hablar con él” y no puedo evitar pensar en todo el legado que nos deja. Fue un artista innovador, creativo, talentoso y también visionario y en esta historia personal que me une a él no puedo evitar determe en otro de sus personajes: Edith, la presentadora de televisión. 

Gracias a las bondades de Internet y al amor que mi mamá me inculcó por Gasalla, siendo adulta conocí a Edith, la periodista a la que Antonio daba vida en El Palacio de la Risa y que abría su segmento con la frase “ATC Argentina Televisión a Color. Usted lo va a ver con mentalidad ganadora”. Antonio, en la piel de Edith, se encargaba de orquestar las muestras de arte en formato de sketch que hacían Alejandro Urdapilleta y Humberto Tortonese. 

Tal como había sucedido en mi infancia, cuando YouTube lo trajo a Antonio a mi vida adulta junto a Alejandro y Humberto, fue mi mamá quien me contó la historia de los tres. Me empezó a sugerir sus sketchs, a darme detalles para que buscara los videos y así repetir la ceremonia: ella y yo juntas viendo la pantalla de la computadora e invitando a Antonio a entrar a casa.

Antonio Gasalla ocupa un lugar especial en mi vida y en mi corazón. Años después pudimos cumplir un sueño de mi mamá y fuimos juntas a verlo al teatro en “Más Respeto que soy tu Madre”. Fue una noche hermosa, en donde las dos nos reímos hasta el cansancio y en donde la ceremonia entre mamá, Antonio y yo tuvo su broche de oro. 

Hoy, Antonio nos dejó físicamente y no puedo evitar sentirme triste. No siento pena por la pérdida de un artista; siento tristeza por la pérdida de alguien que forma parte de mi historia, porque eso es Antonio Gasalla para mí.

Con Antonio “aprendí a hablar”, me reí, me acompañó en momentos duros de la vida y era mi conexión con mi mamá. De alguna forma, cada vez que lo veía a él, yo la sentía a ella conmigo y aquí nuevamente pienso en todo lo que Antonio nos deja. Nos deja revolución, nos deja creatividad, nos deja talento y nos deja arte. ¿Y a mí? A mi me deja felicidad y gratitud, porque eso es lo único que puedo expresarle: gracias Antonio. Gracias por la risa, gracias por hacer feliz a mi mamá y gracias por compartirnos tu vida.

Fuente fotografías: tvpublica, Facebook.com y tiempoargentino.

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