Karina barrió a Santi Caputo y el PRO una mejor tajada

La hermana del Presidente monopolizó la lapicera bonaerense, excluyó a Las Fuerzas del Cielo y premió a los amarillos que se subieron a tiempo al tren violeta. El cierre de listas reveló el núcleo duro del mileísmo, pero también su límite estructural.

Política20/07/2025
nota milei

En política, la autoridad no se discute: se ejerce. Y Karina Milei lo dejó claro en el cierre de listas de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires. Su figura emergió como la jefa real del armado electoral, desplazando sin miramientos a Santiago Caputo, gurú comunicacional y creador de “Las Fuerzas del Cielo”, el dispositivo digital que alimentó la narrativa libertaria durante los últimos años.

Caputo pidió veinte lugares para su tropa. La respuesta fue tajante. Mientras se cerraban los acuerdos, el Presidente decidió ausentarse con una excusa tan brutal como elegante: “me voy a escuchar ópera”. El mensaje era nítido. No solo no intervendría en la disputa, sino que le otorgaba todo el margen de decisión a su hermana. Karina no lo desaprovechó.

Junto a Sebastián Pareja, Lule Menem y un reducido grupo de operadores, barrió al sector de Caputo y blindó las listas con nombres propios y figuras del PRO, principalmente los espacios de Cristian Ritondo y Diego Santilli. Lo que parecía una fusión con tensiones terminó con una absorción quirúrgica. Y el PRO residual, ese que todavía resiste al naufragio de Juntos por el Cambio, terminó cosechando más de lo que esperaba.

 

Santilli y Ritondo, los ganadores inesperados

El cierre dejó en claro que quien se acomoda a tiempo puede sacar ventaja aun en medio del caos. Diego Santilli, que llegó al final del proceso eclipsado por Ritondo, logró colarse en la pulseada con un pragmatismo eficaz. Fue obediente, evitó protagonismos innecesarios y firmó todo lo que había que firmar. El resultado: su gente encabeza listas, accede a concejalías clave y se aseguró representación en la Legislatura. Incluso logró destrabar vetos internos como el del intendente de Campana, Sebastián Abella.

Cristian Ritondo también cerró con saldo positivo. El acuerdo inicial con Karina Milei le permitió garantizar cinco nombres en posiciones entrables. A su favor jugó la continuidad y la muñeca política de siempre. En simultáneo, más de un tercio de los intendentes del PRO que se habían acercado a la alianza se bajaron por el nivel de exigencia de Karina: pedía el 75% de las listas.

Para el mileísmo fue un triunfo táctico: blindaron las nóminas con nombres funcionales al comando central. Pero también fue una cesión estratégica. El ingreso del PRO, aunque controlado, oxigena el armado pero introduce actores con otro ritmo, otra historia y otro objetivo. El riesgo no es menor.

Un cierre con sabor a venganza

Santiago Caputo y su núcleo —el Gordo Dan incluido— fueron pulverizados. Literalmente. No solo no consiguieron los lugares pedidos, sino que fueron relegados a posiciones testimoniales o directamente quedaron fuera del armado. La postal de Caputo ingresando por la noche a las oficinas de La Plata, para salir sin declaraciones y con el rictus de quien sabe que perdió, resume la derrota.

El castigo tuvo nombre y apellido. Las Fuerzas del Cielo, ese colectivo militante que construyó el aparato narrativo de Milei en redes, fue castigado como si se tratara de una amenaza interna. Y tal vez lo fue. El cruce con los Menem en días recientes, la presión para posicionar candidatos propios y las quejas por el reparto territorial habrían sido el detonante.

Lo cierto es que la decisión de Karina fue leída como algo más que una reconfiguración. Fue una advertencia. En el mileísmo, nadie está por encima de la lapicera. Y quien lo olvida, desaparece del mapa. En silencio o con exabrupto, como sucedió con algunos voceros de Las Fuerzas del Cielo en X.

 

 

El ocaso del ejército digital

El cierre también marca un punto de inflexión en la estrategia libertaria. Los trolls, los hilos virales, los ataques coordinados en redes, funcionaron para demoler rivales y seducir electores. Pero hoy, a casi un año de gestión, la fórmula empieza a agotar a todos: al sistema político, a la opinión pública y, sobre todo, a los propios aliados.

Karina lo entendió antes que su hermano. Y por eso eligió soltar lastre. Lo que para Caputo era poder simbólico, para la hermana presidencial es ruido que obstaculiza. Porque mientras los libertarios tuitean, el peronismo vuelve a caminar el territorio. Y mientras se grita libertad en X, los concejos deliberantes siguen manejando la rosca cotidiana.

Pero la exclusión sistemática también tiene un costo. Los heridos no siempre se resignan. Y en el caso de Caputo y sus alfiles, cuentan con herramientas para lastimar: información, archivos, accesos. El Gobierno deberá saber administrar esa tensión, si quiere evitar que la purga de hoy se transforme en el escándalo de mañana. Y es que Las Fuerzas del Cielo, no lo van a perdonar. 

 

Una victoria incómoda

Karina ganó esta batalla. Sin discusión. Controló las listas, blindó el armado, limpió a los que la desafiaron y consolidó el control político del espacio. Pero dejó en evidencia el talón de Aquiles del oficialismo: la falta de estructura. El mileísmo no tiene territorio, ni intendentes, ni organización estable. Lo que tiene es control vertical, obediencia y una mística que empieza a disiparse.

La pregunta es cuánto puede durar un esquema donde todo depende de una sola firma. El PRO, que ya vivió esa experiencia en carne propia, ahora aprovecha el presente, pero ya imagina escenarios futuros. Y si Karina pisa en falso, no faltarán los que estén dispuestos a empujarla.

Mientras tanto, los nombres rimbombantes que aparecen en las listas, como Montenegro o Valenzuela, generan sospechas: ¿son candidaturas reales o figuras testimoniales? En campaña todo se promete. En la gestión, se cobra.

El cierre dejó heridos, ganadores y mucha rosca encubierta. Pero, sobre todo, dejó un mensaje de época: en la Argentina del 2025, el poder real no pasa por la épica digital, sino por la firma que cierra la lista a las 23.59. Y esa firma, por ahora, es de Karina Milei.

 

 

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