Kicillof logró imponer sus candidatos

Tras un cierre de listas marcado por intensas negociaciones y momentos de tensión, el peronismo bonaerense oficializó sus candidatos a diputados para las próximas elecciones legislativas del 7 de septiembre.

Política20/07/2025
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Por Agustín Ochoa Ortega.

Magario y Katopodis candidatos del PJ en el GBA

Esta lista de unidad, concebida para consolidar el poderío del partido en la provincia, presenta figuras clave en las principales secciones electorales, con un enfoque particular en el sur y el norte del Conurbano, áreas de importancia estratégica para el resultado final.

La designación de Gabriel Katopodis, actual Ministro de Infraestructura bonaerense, como líder de la lista de candidatos en la crucial Primera Sección Electoral, subraya la prioridad que el peronismo otorga al conurbano bonaerense, un territorio históricamente leal al partido. La presencia de Katopodis busca movilizar el voto peronista en esta sección clave, donde la competencia electoral se anticipa reñida.

En la estratégica Tercera Sección Electoral, la Vicegobernadora Verónica Magario encabeza la lista, demostrando su peso político y su probada capacidad de movilización en una sección fundamental para el resultado final. La inclusión de Magario en la boleta electoral refuerza el compromiso del partido con el electorado de la zona sur del Gran Buenos Aires y la gran afluencia de electores que puede llegar a traer de un territorio muy importante, como lo es La Matanza donde fue intendente y es una de las máximas figuras del peronismo local, 

El anuncio oficial de los candidatos vino acompañado de un comunicado en las redes sociales del partido. El mensaje, cargado de optimismo, proclama: “Con compromiso, militancia y amor por el pueblo, damos un paso firme hacia el futuro. Porque creemos en la organización. Porque la unidad es el camino. Porque la patria es el otro”. Este llamado a la unidad y al compromiso con las bases busca galvanizar el apoyo popular y transmitir un mensaje de cohesión interna.

Políticamente, la conformación de estas listas representa una victoria significativa para el Gobernador Axel Kicillof y su equipo. El Kicillofismo ha logrado posicionar a sus figuras clave en puntos estratégicos de la provincia, fortaleciendo su influencia en el armado electoral y enviando un mensaje claro sobre la dirección que está tomando el partido en la provincia. La selección de Katopodis y Magario, dos figuras de peso dentro del gobierno provincial, es una muestra clara de esta estrategia.

La decisión de involucrar a Magario y Katopodis en la elección bonaerense confirma, además, que el peronismo comprende la importancia de esta contienda electoral y, en consecuencia, apuesta por dos de sus figuras más potentes. El resultado de estas elecciones legislativas será crucial para el futuro político de la provincia y para el equilibrio de poder dentro del peronismo bonaerense.

En contraposición, la conformación final de las listas parece representar, indirectamente, una derrota para la Intendente de Quilmes, Mayra Mendoza. Mendoza, quien se perfilaba como una de las figuras respaldadas por Máximo Kirchner para ocupar un lugar destacado, no ha logrado obtener el respaldo deseado. Este hecho deja entrever un posible reordenamiento de fuerzas dentro del peronismo bonaerense, con Axel Kicillof consolidándose como un actor central en la toma de decisiones y marcando el rumbo del partido.

La atención ahora se traslada al desarrollo de la campaña electoral. El peronismo bonaerense se enfrenta al desafío de movilizar a su electorado y presentar una propuesta atractiva que le permita mantener su predominio en la provincia. El éxito en las urnas dependerá de la capacidad del partido para unificar sus diferentes facciones, capitalizar el respaldo popular y ofrecer soluciones concretas a los problemas que aquejan a los bonaerenses. El próximo 7 de septiembre, las urnas dictarán el futuro político de la provincia y confirmarán o desafiarán la hegemonía peronista.

Kicillof con la birome parada

En la política real —la que no vive de tuits ni de nostalgias de 2011— conduce el que tiene los fierros. Axel Kicillof los tiene. No será el más simpático, ni el más aplaudido en los plenarios de liturgia épica, pero tiene lo que importa: gestión, territorio, votos propios y una lapicera que firma listas sin pedir permiso. El cierre bonaerense lo dejó claro: mientras otros siguen especulando con si vuelven, Axel ya volvió. Y volvió de pie, sin padrinos.

La jugada fue quirúrgica. En la Primera Sección puso a Gabriel Katopodis, su ministro de Infraestructura. En la Tercera, a Verónica Magario, su vice. Ninguno es adorno ni poster de campaña. Ambos conocen el conurbano como su patio y tienen algo que escasea: poder real. Músculo territorial, historia, votos, y sobre todo, lealtad probada. Kicillof no sólo se garantizó presencia. Se garantizó conducción. La propia.

Del otro lado, el massismo quedó en stand-by. Máximo Kirchner tampoco pudo imponer a Mayra Mendoza, su ficha para encabezar. La intendenta de Quilmes quedó fuera de la grilla estelar. Una derrota silenciosa, pero rotunda. Sin gritos ni escándalos, se impuso la lógica del que pone la estructura: gobierna, banca a los intendentes, ampara frente al ajuste nacional y sostiene la maquinaria cuando todos miran para otro lado.

El cristinismo, por ahora, se replegó en comunicados místicos. Kicillof, en cambio, jugó la única carta que vale: ubicó a los suyos en los lugares que definen bancas, representación y futuro. Porque esto no fue un renacimiento ideológico. Fue una afirmación de poder. Y el mensaje fue claro: “la provincia es mía, y yo decido quién juega”.

Lo interesante es que esta operación se hizo sin discursos altisonantes ni necesidad de confrontación pública. El poder verdadero no necesita estridencias: se ejerce. En política no importa quién grita más fuerte ni quién tiene más retuits. Importa quién tiene la estructura, el territorio y el voto. Y esta vez, el que la tenía más grande —la birome— era Axel. Y la usó.

Por una razón más que obvia: gobierna la provincia más grande del país, en población y peso político. Ganó en su distrito pese a la derrota nacional, convocó a los intendentes y les ofreció refugio en medio del ajuste. Les dio algo básico en tiempos de asfixia: previsibilidad.

Eso sí, la novela no terminó. Falta ver cómo se acomodan los nombres en los municipios. Ahí, la rosca sigue y los heridos se cuentan en voz baja. Pero la señal ya fue dada: en el peronismo bonaerense, hoy por hoy, manda Kicillof.

 

 

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